Real de catorce…
Estaba pensado en todos los momento felices que he pasado a tu lado. La noche en vela a tu lado en ese camino largo entre risas y frustración, siempre juntos; e incluso puedo decir que es el viaje más largo, que en vez de viaje en vehículo era como una incursión… pues llegamos al destino con nuestros propios méritos en caminata ardua y cansada. También te puedo decir que ese viaje es el más corto a comparación de a donde quiero viajar contigo.
No tengo cómo agradecer tu gran muestra de cariño, pues eres de ese tipo de persona que emprende una aventura por creencias remotas, por diferente postura a la tuya.
Sinceramente busco la manera para describir el gran amor que sentí al verte entrar a la iglesia y hacer una referencia a ese lugar y a mis ilusiones, a mis sueños puestos en este. Juro, mis lágrimas quisieron brotar.
No pretendo mentirte en ningún momento: al ir saliendo de ese sacro lugar, mis lágrimas en silencio y armoniosa emoción rodaron por mis mejillas, hasta llegar al suelo, ese suelo podrido para tu postura y sin duda estabas ahí conmigo.
Esa fue la primera y ultima vez que lloré de emoción y amor. En un descuido podría decirte con admiración, gracias por eso. Pero no pretendo describirte todo, pues es fácil enamorase de tu persona de la manera en que te describo.
«Me preguntan qué es lo que veo en ti. Sonrío, agacho la cabeza y no respondo… porque no quiero que también se enamoren de ti.» Es simple y sencillo, por mi manera de dar tan poca entrada a tu personalidad.