Recordando a aquellos que fuimos…
A estas alturas del camino, esta noche me preguntas qué nos pasó, me miras apenas y siento la fría sentencia de lo que, ya desde hace días, veía venir. El amor que ahora tenemos, no se si sea mucho o poco, aún late; el problema entre tú y yo, es que miramos la realidad queriendo esa imagen ideal que nos vendimos el uno al otro en un principio. Pero lo ideal no existe; lo ideal es la mentira más grande que alguien podría personificar y lo peor, lo ideal es la mentira más grande que muchos quieren creer.
No me mal entiendas corazón, el sentimiento fue y siempre será real; pero aquellos que fuimos, ya no existen. Lamento decirte esto, pero la verdad es que, tanto tú como yo hemos cambiado, tal vez para bien, tal vez para mal; quisiera con el alma decirte que todo será como antes, antes de los problemas, antes de las peleas, antes de los desacuerdos, antes de las mentiras piadosas, antes de las salidas al cine, antes de las tardes de café, antes de las noches juntos. Pero no es así. Mi amor, ya nada es como antes.
Ahora la vida es diferente, ya no somos aquellos que fuimos; porque en este tiempo juntos, hemos cambiado, y en mi forma de verlo, hemos crecido. Hoy nos enfrentamos a nuestra versión real, la más cruda y precisa, la que no queremos que nadie vea, ahora somos los que antes intentábamos ocultar; los que se irritan, los que se cansan, los que se entristecen a ratos, ahora somos los que no ceden.
Aquellos que fuimos eran unos niños, ellos no conocían nuestros defectos, ellos no habían vivido peleas por tonterías, y en realidad no quisiera ser como ellos ahora. Tú y yo somos diferentes, y no me arrepiento de serlo, porque puedo mirarte a los ojos y decirte que te amo por lo que somos, que los errores nos han hecho fuertes y nos mostraron lo que realmente tenemos y sí queremos amarnos aun después de esos errores.
No te miento al decirte que ahora que agachas la mirada y te noto consternado, tengo miedo de perderte, miedo de perdernos; pero confío en nosotros, en la fuerza que nos unió, la fuerza que unió a aquellos que fuimos.
¡Mírame! Pero mírame con el alma, que es la que no te engañará, y obsérvame bien, ya no soy aquella que fui al principio, soy diferente, porque juntos nos volvimos diferentes; pero diferente no es malo, es saber que la vida no se detiene, que los ciclos se cumplen tarde que temprano, pero el nuestro sigue, porque ahora te veo claramente irritante y testarudo, y eso no me hace dejar de amarte, ni me hace querer cambiarte. Estás frente a mí, te miro y aún siento ese calor que tenía aquel que eras, pero ahora te veo con la confianza del tiempo, que me ayudó a ser yo misma frente a ti, y aun cuando me miraste por las mañanas con el cabello alborotado y aunque mi habilidad para cocinar brilla por su ausencia, aun así me amaste. Por mis virtudes y mis defectos.
Mírame, deja que te mire y vamos juntos a ser auténticos, vamos a amarnos realmente. Que si aquellos que fuimos ya no existen, si es que su recuerdo vive dentro de nosotros, hagamos que se sientan orgullosos, de la forma como ahora nos amamos porque ellos nos enseñaron a hacerlo así. Y tal vez mañana, aquellos que seremos también puedan aprender de nosotros.