Un recuento de los daños…

Ya hace tiempo que decidiste irte, irte como si yo no fuera nada, con excusas que en el momento fueron creíbles; tristemente bastó un día para que me diera cuenta de que mentías, y quizá mentiste para no lastimarme. La verdad es que no sé, y nunca lo sabré, sólo me queda el consuelo de las conclusiones que mi mente en un intento por explicar la situación ha realizado.

No estuvimos mucho tiempo juntos, pero a diferencia de ti, yo sí me enamoré, yo sí entregué todo, yo sí fui sincera, mis promesas no eran sólo palabras; mis te amo fueron los más sinceros que he dicho alguna vez. Te acepté, te acepté como eras, con tus defectos y virtudes. Me conformé con las migajas que me podías dar, esas migajas que me llenaban, no necesitaba más. Te creí todo lo que me decías, aunque al principio me costó, con el tiempo aprendí a confiar en ti, aunque quizás nunca debí hacerlo.

No me voy a engañar a mí misma diciendo que tu partida fue inesperada. La verdad es que ya lo veía venir, pero ciegamente me callé he hice todo porque no pasara, incluso en mi intento por conservar lo que había entre nosotros, cambié, ya no era la misma, perdí las ganas, me perdí.

Te di todo el tiempo que necesitabas, nunca te asfixie, entendía que tuvieras ambiciones y siempre admiré que lucharas por lo que querías, y aunque no lo quisieras ver te apoyé. Siempre estuve para ti, incluso dejé de hacer cosas, para estar contigo, algo que tu jamás fuiste capaz de hacer, algo que siempre me dolió, pero ciega y tontamente acepté.

Poco a poco me fuiste dejando a un lado, no sabes lo que se siente no ser necesitada. Cuando tú eras todo lo que yo necesitaba.

Sin embargo, hoy puedo decir que estoy bien, ya acepté el haberte perdido, y ahora que puedo analizar la situación con la cabeza fría. Veo que la perdida fue progresiva, y realmente la persona de quien yo me enamoré, ya no existe. Poco a poco fue muriendo, realmente ya no queda nada de ti.

Siempre recordaré con cariño los momentos que me permitiste pasar con esa persona que aparentaste ser. No me arrepiento de nada, fui muy feliz, y todo sirve de experiencia. Te deseo lo mejor, deseo que algún día alguien te haga tan feliz como yo pensé que te hacía. Es más, deseo que algún día logres ser auténtico con lo que sientes, y que sientas por alguien lo que yo sentí por ti y que seas correspondido.
Gracias por esa hermosa mentira que inventaste para mí.

A esta altura ya no quedan daños, la ruinas ya fueron restauradas.