Reflejo en el espejo…
Y ahí estaba yo, reflejada en el espejo, con los ojos llenos de lágrimas y la vida hecha pedazos.
Sabía que no podía continuar con esto, que no debía arrástralo conmigo. Era mi duelo y tenía que enfrentarlo sola. Seguí mi rutina matutina sin encontrar ningún motivo que me hiciera cambiar de opinión.
Salí de casa y decidí caminar. Juro que dolía cada paso que daba y cada escena en mi mente me hacía sentir débil; cada uno de los lugares en los cuales compartimos derrotas, éxitos y nuestro amor, me quitaban el aliento.
Llegué al lugar que acordamos, intenté verme fuerte y un tanto indiferente. Y lo vi llegar, los latidos de mi corazón a tope, comenzó a caminar hacia mí e intenté seguir tan fría como hasta entonces y lograr que mis emociones no me delataran. Creo que no lo hice del todo bien, me encontré con su mirada y vi mi fortaleza desvanecerse al sentirlo cada vez más cerca de mí.
Sus ojos tristes se reflejaron en los míos y le ofrecí una pequeña mueca que simulaba una sonrisa, me tomó de la mano y la besó dulcemente. Me moría por abrazarlo y sentir de nuevo sus labios unidos a los míos, pero até mis manos junto con mi corazón y me aparte de él.
Caminamos como de costumbre, sólo que ahora no llevaba su mano entrelazada a la mía, no nos deteníamos a darnos un pequeño beso o hacer bromas tontas. Todo se prestaba para el final, comenzamos a sentir el vacío, sentir todo el reproche y el dolor de las palabras.
Sentimos que al partir no volveríamos a ser los mismos. Empecé a hacerme a la idea de que sería la última vez que lo vería, que tendría que irme sin ver atrás. Ser fuerte era la única opción que no me haría regresar, a pesar de todo lo que implicaba ya no estar a su lado.
Tomé valor, renuncié a lo que en su momento me hacía feliz y le daba un poco de sentido a mi desordenada vida, pero no podía hacerlo parte de mi vulnerable mundo, de mi caminar pausado y mis noches de desvelo; él simplemente no podía seguir aquí.
Y me fui, agradecí todo lo que pude aprender en el camino, me hundí y me perdí en lo más incierto de mi abismo… de donde he aprendido a vivir, de donde no he querido salir.