Respuesta en el verde de tus ojos
Entonces despertó, se encontraba en un extenso pastizal, rodeado por una densa neblina, completamente desorientado, un tanto inconsciente pues no recordaba cómo había llegado a ese lugar, se puso de pie, tras acomodarse la ropa y tomar un poco de aire; comenzó a caminar sin rumbo determinado, buscando quizá una explicación para todo lo que veía, lo que pasaba, lo que pensaba.
Continuó caminando por un par de horas, hasta que reconoció, a lo lejos algo que le pareció una figura humana, decidió acercarse para hablarle aunque no muy seguro de poder hacerlo, en realidad quería averiguar dónde estaba, se lo expreso y al verla voltear… Descubrió una bella y extraña mujer, había algo en sus ojos que le respondía su pregunta de inmediato, sin embargo ella respondió –donde tú quieras estar– no pudo realmente entender aquella respuesta, seguía observando sus ojos. Por primera vez en mucho tiempo se sentía tranquilo, recordó entonces como es que había llegado ahí la noche anterior, se volvió hacia ella y le pregunto dónde podía encontrar un teléfono, ella le pidió que la acompañara.
Caminaron, la neblina no le permitía ver más allá de la silueta de su compañera, llegaron a una casa y el volvió a preguntar dónde había un teléfono, a lo que ella le respondió –sé que no sabes dónde estás, sé que no sabes que hacer, sé que todo esto que te ocurre no es de ahora, desde hace mucho que estas confundido– nuevamente se quedó sin palabras, entendía lo que le decía, trato de negarse pero no pudo, esta vez reflexionó sobre lo que acababa de escuchar, simplemente le dijo –tienes razón- entraron, le ofreció café y tomar asiento. Él aceptó.
Cuando volvió, puso sus ojos en los de ella, nuevamente se sintió tranquilo, ella le contó –vivo sola, mis padres murieron, desde entonces cuido de esta casa, también de los animales de mis padres y en primavera comienzo a cultivar, pero ahora hace demasiado frío, estoy aguardando la llegada de la primavera– la contempló, pensó tener la respuesta, tomó la taza y la bebió de un sorbo, de nuevo la miró, pero esta vez sabía qué diría.
–No sé qué hacer, después de la escuela conseguí un buen trabajo, y me casé con la mujer de mis sueños, poco después deje de sentirme apasionado en todos los ámbitos de mi vida, entonces me di cuenta de que nunca en mi vida he sentido pasión por nada, procure desprenderme de esa vida sin sentido, encontrando como único sueño tener un lugar como este que tú posees– Ella le pidió que se quedará, invitándolo con la mirada a decir que sí.
Quería aceptar, buscó excusas pero no encontró ninguna, sin duda ella era hermosa, tenía unos expresivos ojos color verde, verde cálido, que le hacía sentir paz, su piel blanca no tanto como la nieve, le recordó la calma que ella transmitía. Pero él no era como ella, necesitaba vivir las cosas de manera más eufórica; se levantó la vio de nuevo y le dijo –No puedo, te haré daño y no quiero, sé feliz como siempre has sido, sin mí-. Salió de la casa y emprendió el camino a su hogar, sin tener idea de que en realidad estaba abandonando el único lugar que en su vida lo haría sentirse como en casa.