«Señora Tristeza». ¡Una verdad divertida, pero escalofriante!
No dejes que la tristeza toque a tu puerta.
La verdad es como una señora bastante molesta, inoportuna.
Una señora incómoda que una vez que entra, se instala en donde mejor le parece y es sumamente difícil que la puedas sacar.
¡Es que es tan conchuda y dominante!
No pierde tiempo…¡Noooo!
Se pone de inmediato a convencer a quién puede que vivir como ella ve las cosas es lo mejor.
Dice la muy descarada que hay que aceptar las cosas como vienen sin intentar luchar, sin tener sueños, ni esperanza.
«Doña Tristeza» se levanta al mismo tiempo que tú y uff… Pobre de ti si volteas y le dices de manera amable: buenos días. Porque más que veloz… Hasta se sienta en tu silla favorita para que le sirvas lo que a ti te tocaba desayunar.
Te quita el café, las ganas y la sonrisa.
Se las devora como si no hubiera comido en años.
Vas por la casa y ella atrás… Peor que sombra, es más bien como moho.
Se quiere adherir y aunque te bañes muy bien… No se sale tan fácil.
Esta señora es tan cínica que una vez que sabe que ya no podrás sacarla al primer intento… Tira la llave de la entrada. Obvio… Cuando no la veas.
Sabe que hay dentro de tu cuerpo partes muy fácil de influenciar y comienza su labor.
¿El primer objetivo? La mente.
Sí, a esa a la que le han dado el mote de «poderosa»…jajajajaja… Para la tristeza eso no es un obstáculo, porque arma tal relajo que involucra al corazón en este enredo.
Le habla pestes a la mente acerca del corazón y viceversa.
¿El resultado? Un pleito muy fuerte entre los dos.
Por eso hemos oído o leído tanto aquello que va más o menos así:
«Mi mente me dice ( x cosa), pero mi corazón otra».
¿Ahora entiendes?
Qué señora tan venenosa ¿verdad?
Ah pero hay algo que aún no te he dicho, físicamente es muy atractiva… Ya sabes… Todo entra por los ojos.
Es elegante, es cándida y aparentemente frágil, hipnotiza de tal manera que cuando te quitas la venda de los ojos, es demasiado tarde.
Ya te dominó.
Ya ejerce un poder impresionante.
Y la mayoría de las veces que la enfrentas te derrota.
¡De verdad!, aunque creas lo contrario.
Y cuando la distinguida señora domina tu territorio invita a vivir con ella y contigo a su pareja.
Ah…¡claro!, seguramente pensaste que era soltera, no.
Te dije que es elegante, es guapa y se enamoran de ella, pero es selectiva.
Y así como eligió vivir en ti,también pensó muy detenidamente quién merecía ser su pareja.
¿Tienes idea a estas alturas de quién «es el afortunado»?
¡Claro!
La muerte.
Uy, están haciendo una pareja mejor que cualquiera que hayas conocido.
Cabe decir que la muerte, es más mesurada.
Permite que su novia la tristeza haga, mmm… Podríamos decir que «el trabajo sucio» y ya sólo pone «la cereza en el pastel».
O sea, no le gustan los trámites largos.
No le gusta sentarse a esperar.
Quizá mi escrito sea muy sarcástico y tenga tintes de comicidad, pero aquí entre nos, es la manera que he podido encontrar para saber cómo vencer la tentación de abrirle la puerta.
No quiero.
No lo voy a permitir.
Me cae mal.
Y si se que algún día, su pareja, la muerte va a entrar en mí, sin tocar la puerta… Cuando menos lo espere.
Pero quiero que me quede la satisfacción de no ser partícipe de que esa pareja permanezca unida.
Para nada la señora Tristeza es bienvenida.