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Historias

Publicado en agosto 23rd, 2015 | by Katia Olalde

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Si tan sólo estuvieras aquí…

Si tan solo estuvieras aquí, junto a mí y pudiera perderme en el brillo de tus ojos, ten por seguro que no te diría mentiras, en un puñado atraparía tu miedo y te contaría de la vez que visité mi ciudad favorita, mi San Miguel De Allende Guanajuato, lugar donde se reencuentra uno mismo, las parejas se enamoran más, los amigos se encuentran y hasta el licor se hace presente.

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Te hablaría de sus calles empedradas y la perfecta arquitectura de la catedral de San Miguel Arcángel, de las veces que recorrí el mercado, sus bazares, los portales; caminé y hasta visité a cada uno de la familia de mi padre, tomé café y  degusté atoles, brindé con una copa de tequila en el bar de moda y creo que hasta canté… Caminando por sus calles, visite los pocitos (la casa de las orquídeas, esa que Mr. Dickinson construyó y que miembros de mi familia paterna cuidaron), recordando todas las orquídeas que vi alguna vez,  de cuando conté la historia de la cruz en la palmita y sobre todo me sentí feliz, dicen que esa ciudad enamora; aunque yo siempre he pensado que estoy enamorada de esa ciudad, te hablaría otra vez de las veces que me desvelé en tiempos de exámenes de mi universidad, del gusto por el café, del afán de ayudar, que ese llega sin ser pedido.

Te llevaría a conocer el Centro de mi ciudad, nos perderíamos en la plaza principal allá cuando se mete el sol, pudiéramos entrar a iglesia principal a pedir un deseo, que te aseguro el mío seria “estar juntos para siempre”, encontrar la nevería aun con gente y disfrutar de un  rico helado, decirte que las personas que me saludan son conocidos viejos, de los cuales a veces recuerdo por su rostro y no por su nombre, veríamos a mis hijos correr y  disfrutar de tu compañía y  comprobarías que cada uno me quiere a su manera, en días nublados visitar los parques de la ciudad, armar un equipo de fútbol, ah pero levantaría la mano y pediría que yo no fuera la portera, `porque yo quiero echar muchos goles, nos podríamos tirar en el césped exhaustos por las  sonrisas  y felices por la convivencia. Y decirte que mi vida así es de sencilla.

calles_empedradas_san_miguel de allende

Disfrutando de un café, te confesaría que mi corazón en tiempos ambiguos padeció de muchas heridas, mismas que se fueron curando al pasar de los días, a veces  tuve que poner una bandita de color y en otras ocasiones lo acaricié suavemente para hacerle saber que lucharía por su recuperación, de las veces que lloré, cuando sufrí y que cuando uno tiene hijos el llorar no es necesidad, se convierte en un lujo.

Te mostraría fotos y te contaría de las partidas de mis seres queridos, te diría otra vez que la vida hay que vivirla a plenitud consciente de que somos humanos y no somos perfectos y por fin después de todo, podría cobijarte con mis abrazos y decirte que lo que  siento por ti es tan real como la vida. “Prometo también que te dejaría hablar y que digas todas las cosas que quisieras, poner una sonrisa en tu rostro en cada amanecer y en cada anochecer te daría las gracias por existir, haríamos planes para el final de nuestras vidas con la conciencia que de los planes a veces no resultan y son mejores las cosas espontaneas”.

Hablaríamos que quien tiene el privilegio de ser padre no viene con un manual incluido, ese lo vamos creando al pasar de los días con la sincera esperanza de que al final de estos tengas como resultado hijos humildes y buenas personas, te mostraría cada ciudad que conozco de mi México, en ocasiones físicamente y en otras serían pláticas nocturnas,  como la manera en que mi padre me enseño a conocerlas, aunque a veces la mente me falla no creas que es por edad, simplemente es porque entonces traeré muchas cosas en la cabeza, pero con un momento de tranquilidad mis recuerdos llegaran y también te los compartiré con gusto.

“Todas esas cosas haría, si por un momento estuvieras cerquita, junto a mí y yo pudiera perderme en el brillo de tus ojos”

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Guerrera por convicción y mujer fina por naturaleza, la vida me dio la oportunidad de ser madre y el tiempo de gozar esa dicha, llena de sentimientos reales y llena de lecciones diarias, los valores fueron la herencia de mi madre, aprendí a vivir los días con colores variados, a veces oscuros y en ocasiones de color, donde el brillo de mis ojos siempre marco la diferencia, soy ferviente admiradora de Gabriel García Márquez, del cual siempre cito frases precisas y exactas en los momentos difíciles de mi vida, crecí como la penúltima de nueve hermanos, de los cuales se fueron iendo sin pedirle permiso a la vida, servicial por devoción, a veces astuta en situaciones especiales, pero siempre leal en el amor, como dirían mujer valiente y valiosa, sensible, humana, a veces terca y testaruda pero con un gran corazón, entregada y dispuesta siempre a ayudar, buena madre , buena hija y excelente amiga un poco mal hablada en ocasiones, pero eso es por los momentos en tiempos de cólera y de injusticia, con cierto pudor por los acontecimientos sociales de esos que muestran la libertad sexual de las personas, sin embargo adaptable, objetiva y sin miedo a perder, eso me ha hecho siempre crecer como persona, como humano y como mujer, con empatía a cualquier persona, nunca necesito decir préstame tus zapatos, para saber el sentir de quien quiere, respetable, educada y siempre tratando de ser mejor.



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