Su peor versión…
Aquí estaba yo, atada a ti… esperando alguna señal para saber que me querías a tu lado, aunque fuera a veces, por cachos, aunque me olvidarás por ratos. Viviendo a media luz y a la sombra de tu “amor” esperando algo que ya no iba a tener más.
Seguía aquí a pesar del frío al tenerte cerca y de tu falta de interés aún sabiendo cuánto te amaba. Tus palabras forzadas y tus innumerables escusas para no vernos, peleas tontas y días enteros sin saber de ti, durmiendo poco y pensando demasiado. Destrozada por dentro y dibujando la sonrisa más linda para ti.
Y ahí estabas tú con fuerza desmedida, con paso firme e ignorando mí presencia, llevándote todo y dejando mi amor tras la puerta, si por cosas de la vida, te volviera a buscar. Tenías todo en tu vida y yo no estaba contemplada. Me tenías segura y no volvías, me sentías perdida y regresabas.
Pero todo lo que empieza tiene su final y renuncié a ti; recordé cada uno de tus rechazos, cada lágrima a mitad de la noche y cada desvelo mirando tu fotografía.
A decir verdad, las cosas están donde deben, mi vida ha mejorado y ha surgido un nuevo comienzo lleno de frutos que logré sembrar a pesar de haberte visto partir. Porque para renunciar se requiere valor y sobre todo amor hacia uno mismo.
Y ha pasado el tiempo y he vuelto a saber de ti, lamentas tu decisión, ahora pesan tus acciones, te duele mi ausencia. Ahora te das cuenta que daba todo por ti, que habría querido comenzar las veces que fueran necesarias para seguir a tu lado, pero ahora te encuentras solo;