Tal vez en otra vida…

En esta vida llegamos a querer a muchas personas, pero sólo llegamos a amar a una sola y que nunca podremos quitar de nuestros recuerdos.Tal vez es por ello que se dice que siempre habrá alguien que estará en un olvido lleno de memoria, como decía Mario Benedetti. Así que cuando encuentres a tu amor verdadero, vívelo, disfrútalo porque no sabes cuándo acabará y si lo digo es porque he pasado por eso. Y sí, tal vez esta sea otra cursi historia de amor más, pero la diferencia es que esta no acaba en un final feliz como muchas otras.

Todo comienza en un mes de Noviembre cuando nos conocimos en preparatoria, específicamente en clases de música; lo curioso fue que sólo asistimos una sola vez, sin embargo parecía que estábamos destinados a conocernos Cuando un día nos encontramos en el bus rumbo al colegio, él recordó que me había conocido en música, así que se acercó para saludarme y empezó a hablar acerca de lo que haría en un futuro y demás cosas, que en ese momento no comprendí.

Con el paso del tiempo, nos fuimos conociendo más y más, nos dimos cuenta que no teníamos nada en común, ni siquiera nuestra edad, ya que él tenia 17 y yo 19. De hecho siempre discutíamos cuando hablábamos, pero nada de ello importó, porque después de todo, sí había algo que teníamos en común y era que nos amábamos el uno al otro.

Recuerdo que la primera vez que lo hicimos fue en el colegio y fue justo ahí donde decidimos amarnos por siempre y empezamos a planear nuestro futuro juntos; pero lo que nunca planeamos fue que el no estaría junto a mí.
En su cumpleaños número 18, decidimos hacernos el mismo tatuaje para recordar todo el amor que nos teníamos el uno al otro; también para contarle a nuestros nietos todas nuestras locuras, de cómo robábamos licor, de cuántas veces hacíamos en amor en la cochera de mis padres y de todas a aquellas veces que no entrabamos al colegio para estar juntos.

Fue un miércoles cuando fui a su casa como cada semana para embriagarnos, todo parecía normal, acabábamos de hacer el amor, después de conversar acerca de mis horribles gustos; para cambiar un poco de tema él me enseñó algunos de sus trabajos de arquitectura, hasta que se derramó sobre ellos licor; empezamos a discutir como de costumbre, pero no presté demasiada atención pues era algo normal para mí, ya que siempre estábamos discutiendo.

Pero no fue así porque él se fue furioso de la casa de sus padres dejándome ahí sola. Él iba manejando el chevi de sus padres cuando de repente un tráiler se paso el alto y por desgracia el estaba justo ahí…

Esa fue la última vez que nos vimos y desde entonces nada volvió a ser igual, en ocasiones me pregunto qué habría pasado si no hubiéramos discutido; quizá seguiría vivo, pero no fue así. Desde ese día me torturo a mí misma porque nunca le dije lo mucho que significaba para mí, pero ahora estoy pagando el precio por no haberlo dicho.
Ya han pasado tantos años desde que él se fue, lo único que espero es que en otra vida podamos volver a vernos y cumplir todos nuestros sueños, que ahora sólo están en pausados porque el no está aquí.