Te amaré sabiendo que sin mí… Eres feliz
Hasta el último día de mi vida… Voy a amarte…
Hace un par de días recibí un mensaje- cadena, un tipo de decreto en el que se intentaba vía «energía universal»; invocar a esa persona amada para que volviera a mí. Me lo envió una amiga que a mi desgracia después de tu partida, hizo frente a mi lado.
Soporto mis lágrimas y a la par mío derramó las suyas. Ella lo hizo con la mejor intención del mundo tratando de regresarme la felicidad robada y procurando que volvieras a terminar conmigo. Que me amaras de nuevo. Debes creerme que cientos de veces me pasó por la mente volver a mis gustos ocultos de «esoterismo y magia», sobre todo esas noches en que he extrañado de más tu presencia, buscando un consorte para aliviar mi dolor, buscando el modo de que volvieras a enamorarte de mí.
Y no es que no agradezca la ayuda que mi amiga me ha brindado con ese gesto tierno, pero te he visto esta noche y al verte sonreír y reír con esa pacífica mirada que al principio de nuestra relación vi en tus ojos y que vi al igual, con el tiempo apagarse. Al verte feliz esta noche, comprendo que puedo intentar mil hechizos de magia negra o blanca, logrando quizá hacerte volver; tú en mis brazos… Nunca podrás ser feliz como lo eres ahora y sin mí.
Dicen que donde fuego hubo cenizas quedan. Sin embargo creo que las cenizas de nuestro amor al menos, el viento se las ha llevado. Creo que nunca estuviste más feliz que ahora que no estás conmigo. De algún modo sé que sin mi eres tu mismo y conmigo eras sólo un fantasma de quien puedes llegar a ser.
Entiendo muy a pesar de mi aflicción que no he sido una mujer fácil de amar y que en lugar de enamorarte de mí, todas mis actitudes y negatividad te fueron acercando al punto final de esta historia. Mis celos injustificados y mis estridentes ataques te orillaron a abandonar este barco. Ese barco que ahora naufraga con mi alma inquisitiva y obstinada. Con mi alma que enferma y que no supo hacerte feliz.
Así como dicen «no eres tú soy yo«, me apropio la frase pues en verdad ahora que te veo que has estado bien sin mí, acepto que el único problema en esta historia, siempre fui yo. No podré remediar ni cambiar el daño que pude haberte causado y francamente no voy a intentarlo. Lo mejor para ti es que me esfume como el humo para que de mí solo quede un mal recuerdo, o uno bueno si es que en algún momento nuestro amor pudo darte la paz que necesitabas.
No me ha costado comprender ni pretendo engañarme a mí misma pensando que un decreto o un hechizo de magia podrá regresarte a mí, pues aunque lo hiciese tu corazón jamás estará conmigo. La voluntad puede tal vez manipularse, pero el amor es algo supremo, inmaterial e intangible, que no puede ser transferible y mucho menos maleable. Un corazón bueno o malo es incorruptible. Siempre será lo que es no importa lo que suceda o a quienes dejemos en el camino.
Bien, amor mío. Debes de saber que es esta la primera y la última carta que te he de escribir. Siempre voy a amarte es un hecho, pero prefiero alejarme de ti a convertir el poco cariño hacia mí que te queda en odio. Gracias por esta sonrisa tuya que he visto esta noche, por darme la tranquilidad de que tú ya estás bien y, gracias a ti amiga mía por hacerme comprender que el amor no se hace simplemente se provoca y cuando se ha perdido, vale más un suspiro y un adiós, que vivir recibiendo migajas de un amor que nunca llegará a ser historia.