Te beso, me besas o nos besamos.
«Bésame, bésame mucho, como si fuera ésta noche la última vez», así inmortalizó Consuelito Velázquez por los años 40 éste pedazo de bolero. ¿Pero puede un beso expresar más allá del acto per se algún sentimiento? No lo sé, lo desconozco, pero es un hecho que un beso constituye una expresión de humanidad. Sabemos que no somos los únicos que damos besos, pero entérate, somos los únicos que lo hacemos con la lengua con un propósito sexual.
Hay besos adictivos -de esos que me gustaría darte-, otros que provocan sensación de bienestar, algunos no nos gustan en lo absoluto y deciden en ese momento el futuro de la relación, también están los «raros», sí, esos que intentan estrangular la campanilla o recorrer tu dentadura y después de todos esos están LOS BESOS, los únicos y mágicos, los que ponen en funcionamiento mis 34 músculos faciales, esos que te daría en Indonesia aunque nos multaran, esos que se convierten en medicina y provocan una sensación de placer y felicidad descomunal, sí todos esos besos que te he dado en mis insomnios, esos te los debo. Tú decides, tienes tres opciones: te beso, me besas o nos besamos.
Al final no importa que sean largos, breves, húmedos, secos, apasionados, suaves, traicioneros o asfixiantes siempre será un lenguaje poco subliminal para decirte sin palabras cuánto me gustas, te quiero, amo o todas juntas.
El poema que les dejo es uno de mis favoritos sobre el tema, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, más conocida como Gabriela Mistral poeta chilena, así dejó escrito sobre los besos.
BESOS
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.