Te desconecté de todo, menos de mi corazón
El destino nos reencuentra, el mismo que nos unió hace ya algunas fechas, justo entre el cierre del invierno y el inicio de la primavera. Logramos caminar por los senderos llenos de rosas, las mismas que me regalaste cuando te conocí y no precisamente en un ramo decorado y lleno de despilfarro, fueron rosas que crecieron en el mes de enero, rociadas por nuestro amor y cortadas en nuestro adiós.
El destino nos reencuentra, en el pensamiento, ese traicionero que día y noche nos causa desconcierto de no saber qué hacer ante lo que se está viviendo. Por las sombras me ilumina tu mirada y por la luz me estremece tu retirada.

Hoy te encuentras conociendo a otro jardinero; él, que trata de sembrar en piso infértil porque te abruma mi recuerdo y yo tan miserable que decidí apartarme cuando quizá más pudiste necesitarme.
Hace apenas unos días cruzamos un par de palabras, esas mismas que antes eran de amor y júbilo ahora son de cortesía y desdén, pero que con el simple motivo de venir de ti, ya forjas un nuevo edén. Hoy el destino nos reencuentra, no sé qué es lo que nos espera, tú tan ilusionada con otra mirada y yo escribiendo a ti a las tres de la mañana.
Quizá, sólo quizá pueda una lágrima más desbordar por tu amor, pero en ese momento, sacaré mis recuerdos, tomaré mi teléfono y te diré: