Te recuerdo a vos en especial

Tengo el corazón roto. Pero de ninguna manera es una señal de alarma, para mí tener el corazón roto es cosa de todos los días, como cambiarme de ropa o ver televisión.

Otras personas se sienten morir cuando traen cargando un desamor, yo veo que no me corresponden o me engañan y me doy cuenta que ya me acostumbré, que por suerte o por desgracia ninguno de los amores por los que he apostado todo me ha hecho ganar. Si hubiera ocurrido sólo una vez, si sólo una vez me hubiera fijado en alguien que no es para mí, pensaría que así es la vida y que nadie se libra de llorar por amor; pero conmigo es tiro por viaje, como si yo, a propósito, lo atrajera.

Recuerdo mi primer amor: nunca me quiso, jamás me pudo ofrecer más que su amistad; sin embargo, ahí iba yo siempre a ver señales de que me amaba donde nunca las hubo y donde nunca las habrá. Recuerdo mi segundo amor: era un idiota, ni siquiera se había centrado en la vida, quería jugar siempre, jugar hasta cuando amaba, jugar hasta con mis sentimientos. Recuerdo todos mis amores, porque todos y cada uno se fueron. Te recuerdo a vos en especial, porque vos sí sos el colmo, con vos he pensado más que con ninguno que el amor no se hizo para mí.

Aún no logro entender de qué sirvió que encontrara una persona que tiene todo lo que busco si al final de cuentas no puedo quedarme a su lado. Hay tantas mujeres buscando un príncipe que sea guapo, educado, culto, inteligente y responsable, amoroso, y yo lo encuentro y ¿qué? no puedo estar con él. ¡Vaya desgracia!, en ese caso mejor hubieras seguido escondido en el último rincón de la Tierra para que yo no te viera nunca porque, dime, ahora cómo voy a hacer para mantenerme en pie sabiendo que existes pero no estás conmigo.

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No tengo siquiera el consuelo de poder cerrar los ojos e imaginarte aquí, lo hago y de inmediato escucho una voz en mi cabeza diciéndome «nunca será, te lleva muchos años, es prohibido, hay mucha distancia entre él y tú, él te ve como una niña» y entonces vuelvo a abrir los ojos, y veo cómo se dibuja tu rostro de repente en el techo de mi cuarto, te escucho cantándome al oído y pregunto qué estarás haciendo en ese preciso momento ¡y lo que diera porque estuvieras pensando en mí!.

Te recuerdo en especial porque tu indiferencia ha sido la que más me ha dolido. Antes de ti aguanté desplantes de personas a las que creí que amé con mi vida, pero a los pocos días no sentía más nada; en cambio, tú te fuiste y han pasado no sé cuántos meses y yo sigo llorando cuando lo recuerdo. Tal vez será porque todos los demás eran amores efímeros, o más bien ni siquiera eran verdaderos amores, era mas bien que me confundía y pensaba que sólo porque veía una cualidad en alguien ya lo amaba, confundía la atracción con el amor.

Pero con vos, con vos ha sido otro boleto… porque vos sos el único que me ha hecho considerar seriamente hacer mis maletas y seguirte por toda América o por todo el mundo sin importarme nada. Con vos yo me iría a enfrentar mis miedos, con vos me iría a donde me llevaras; pero sólo hay un problema:vos no querés llevarme a ningún lado, ni en el corazón, ni en el recuerdo.

No tenés de qué preocuparte, cariño, es cierto que me has roto el corazón, pero te lo repito: para mí ya es común, yo ya soy experta en remendar a este viejo cascarrabias que hace lo que se le antoja y que llamo «corazón». Es un viejo por todas las que ha pasado, es un cascarrabias por testarudo, porque me hace odiarlo por desobedecerme y luego amarlo por su asombrosa capacidad para reponerse cuando lo rompen.