Te recuerdo hoy después de un año…
Esta mañana hace frío. Y no puedo evitar pensarte. Y querer estar en tu cálido abrazo que siempre fue mi rincón favorito. Y me acurruco más en mi cobija simulando un poco tu calor para sentir que mi alma respira.
Hoy hace un año que te fuiste, que terminó la primera parte de este sueño hermoso que lleva tu nombre. Mi mente está en blanco. Ha sido un largo tiempo en donde han abundando las lágrimas y las preguntas sin respuestas.
No he podido dejar de preguntarme qué hubiera pasado si yo hubiese reaccionado diferente. Si en esa tonta discusión hubiera sido más paciente, menos dura… Te herí. Lo sé.
Pero (y no me justifico) tú tenías meses alejándote, dejándome sola. El triste desenlace se veía venir. Lo pude haber evitado, pero, ¿por cuánto tiempo más? A veces este torbellino de ideas se estaciona en mi mente y se rehúsa a irse.
Y siguieron largos meses de silencio tuyo y mío hasta ese reencuentro hermoso y esperanzador… Sólo duró un brevísimo instante para después desvanecerse en la nada. Y todo terminó. Hasta la esperanza murió lentamente al final.
Llueve. Pareciera que el cielo sabe qué día es hoy y se une en mi llanto lento y triste, como esas gotas que parecen que sufren y caen empujadas por la tristeza y se pierden en la tierra.
Hoy encenderé una vela al caer la tarde, una luz en recuerdo de lo hermoso que fue y lo maravilloso que pudo haber sido y así, una vez más, intentar decir adiós.