Tu nombre es el principio de una gran historia…
Y resuena como campanas contra el viento. No importa si es verano o si es invierno, no te vas como las estaciones, te quedas varado entre mis espacios. Te recuerdo cómo te tuve y como no tuve, falseando historias que me suenen a y me sepan a ti.
Te quedas en mi vocabulario sonando a cada momento, te llevo en el pensamiento sin saber qué eres tú, suplanté tu rostro por uno más fino, más pequeño, más tierno. Te convertí en la razón de mi existir, en ese motor que me mueve y me lleva lejos. Hoy sonrío cada mañana al ver ese pedacito de cielo aquí, en mi mundo, en mi terreno, volcando mis creencias, cambiando mis ideas, revolviendo mis momentos.
Y tu nombre dice más de lo que significa, en tu nombre encuentro mi razón y mi locura, mi tranquilidad y mi preocupación, llevas mi vida entera en tus pequeñas manos, eres mi aliciente para los días malos y contigo me quedo sin libre albedrío.
Por ti, por lo que eres y por lo que deseo que seas, es que yo sigo aquí, buscándote mejores maneras de vivir, tratando de construirte un mundo perfecto, donde aprendas a respirar tranquilo y entiendas que esto, que la vida en sí, es un segundo que debes vivir con madurez, con interés, con risas y llantos que te lleven a descubrir qué tan fuerte eres y qué tan fuerte puedes ser.
Y de ti me alimento a diario, de ti tomo esas fuerzas que a veces me faltan, porque tú eres mi impulso, la bendición más grande que Dios pudo mandarme. Por eso le doy gracias cada mañana por todo lo que pase para poder tenerte aquí conmigo.