Tus maletas en la puerta
Aún recuerdo aquella noche de invierno llegando del trabajo estresada por el trafico de diciembre y su densa niebla. Todo estaba casi igual cuando entré a casa, a excepción de algo que llamó mi atención… ver tus maletas en la puerta. Me quedé sorprendida al verlas mas supuse que te irías a algún viaje de negocios, pero cuando te vi sentado junto a aquella mesita del recibidor, frotándote las manos como cuando estas nervioso, mi pulso se aceleró. Mi intuición femenina presintió al verte tan inquieto.
Pregunté si pasaba algo, sólo te escuché decir que te ibas. Pregunté por cuánto tiempo estarías fuera, hasta que tu voz cambió tan sonante y muy firme diciendo que no volverías, que me dejarías para formar una familia a lado de otra mujer, recalcando la falsedad de familia que fuimos tú y yo en estos cinco años .
Oí decir que me querías, pero tu anhelo de ser padre era mas fuerte que yo. Te habías cansado de la vida vacía de ser sólo los dos. Vi pasar mi vida como una película en cámara lenta, recordando cuando te conocí, cuando me casé contigo y el dolor que sentí cuando supe que nunca te daría hijos.
Mis ojos derramaron lágrimas de dolor. No podía creer que esto me estuviera pasando, me invadió la amargura, el coraje, la impotencia de no poder hacer nada… ¡oh por dios! ¿cómo me puede hacer esto?, le repetía una y otra vez, enojada.
Me dejas sintiéndome la peor mujer del mundo. Mi vientre nunca sentirá las pataditas ni el llanto de un bebé, ni la caricia de unas pequeñas manitas.
Quisiera que te pusieras en mi lugar, que sintieras el dolor por el que estoy pasando, ¡que lo sintieras tú!, a quien te di los mejores cinco años de mi vida entregándome por completo.
Te vi irte con algo de culpa pero a la vez feliz, ya te esperaba alguien más… una persona que te daría lo que yo no pude darte.
Ahora estoy ahogándome en mi dolor, sólo por ser una mujer que nunca tendrá vida en su vientre.