Un escrito para Dios…

En la penumbra me encuentro,
buscando el camino.
Si tan sólo las piedras fueran más pequeñas
si las nubes menos grises
si mi respiración fuera más consistente…
Sé que mi esfuerzo, no valdría la pena.

Intento ser, intento transformarme, intento convertirme en criatura nueva para agradarte.
Volteo alrededor y sólo observo afanes materiales, mis iguales me juzgan, me sobajan, me insultan con palabras vanas.
¿No se dan cuenta acaso que la vida es mía?
Sus palabras sólo hacen tropezar mi sentir y soy débil.

Busco de ti constantemente, mi corazón se conmueve, pues te ve inalcanzable.
Estoy cansada de su menosprecio, porque ellos son fuertes y yo tan escueta.
¿Por qué son tantos los que se oponen?
¿Que acaso no han visto tu belleza?
Me pregunto… ¿Por qué es difícil seguir tu camino?
Me has dicho: camina y anda; acá te espero.
Me das una nueva oportunidad día a día de alcanzarte, esperándome pacientemente.
Me han comentado algunos que somos semejantes, creada para luchar contra ellos.
Para muestra de tu amor, enviaste a tu hijo para salvarme pero ellos decidieron matarle,
lo han aborrecido como ahora aborrecen mi nombre.
¿Acaso quieres mi muerte?
¿Por qué me has enamorado?
No te has dado cuenta de que soy una contra ellos.
¡Oh! si no fuera por tu amor, desistiría.
Sé que me amas más que yo a ti,
sé que tu amor es incondicional.
Sé que cada mañana me dibujas un día nuevo,
que me das un soplo de vida para levantarme y continuar mi lucha interna.
Leo sobre ti y tu pureza,
todos los que te conocieron hablan de tus maravillas y del amor que tú proyectas.
Sé que oyes mis lamentos, sé que estas conmigo en mi corazón, sé que me acompañas en mis pensamientos.
Hoy he decidido escribirte estas líneas en agradecimiento a tu inmenso amor.

El camino es difícil para llegar abrazarte, pero te amo y no descansaré hasta lograr verte.
Sé que me caeré y con las rodillas enlodadas me levantaré,
otro día probablemente tropezaré y a consecuencia de ello sollozar.
Estarás ahí esperándome con los brazos abiertos,
suplicaré y peguntaré: ¿Por qué me enamoraste?
Pero también sé
que todo llega a su fin,
que cuando la luz ciegue mi mirada,
la victoria me sonreirá a tu lado por la eternidad.