Una carta al Rey
No te he visto físicamente, pero te siento, me hablas a diario y contemplo tus maravillas a mi alrededor, sé que eres rey y merecedor de mi reverencia, Con todo tu linaje, tú has declarado, que siendo yo plebeya, de mí te has enamorado. No te ha importado verme tan escueta e inestable, me has elegido por reina aunque consideren que no soy relevante.
El camino a ti ha sido amedrentado, me he caído varias veces y heridas me he provocado, Pensar en tu amor me ha sostenido, pero he escuchado el rumor de que he elegido un mal camino. Quienes también te han escuchado, me han comentado, que estoy equivocada por creer que así llegaré a tu lado. Incrédula tal vez soy, pero no me falta la fe mi poderoso Señor.
Ellos notan la senda en la que hoy camino, mas no las heridas que he recibido; es probable que mis decisiones no siempre sean las correctas, pero me alienta saber que cada mañana tu amor intacto ahí me espera. He abierto los ojos y he podido observar, que a pesar de mis fracasos, día a día tengo otra oportunidad.
En este rumbo me he topado con algunos tripulantes, que en mi vida han sido bien importantes; caminando juntos hemos viajado, con el objetivo de sentirnos felices y muy amados. Algunos de ellos aún no te conocen y a unos cuantos ni siquiera les interesas. Otros dicen que son piedra de tropiezo, yo doy gracias porque de cada uno he recibido un propio corazón, sincero puro y lleno de amor.
En ti me he dado cuenta, que tus bendiciones no tienen exclusiones y siempre estás alerta de nuestras situaciones. Has hecho el encargo de que cada uno encontremos el trayecto, de llegar a ti para amarnos sin ningún impedimento.
Tal vez loca me puedan catalogar, pues han comentado “ella de reina, mejor me he de burlar”… Ya varias noches me he entristecido, creyendo que tal vez me quede intentando en el camino. Aunque no puedo negar, que si muero no será en vano. Hoy escribo esta carta expresando con el corazón, lo hermoso que es sentir de tu precioso amor, por si alguno tiene duda sobre ti, que sepa que bendices y coronas hasta al hombre más vil. Basta querer conocerte para amarte y reconocer que..