Una decisión… 2da parte
La decisión era la misma, yo me quería ir, no iba a bajar la guardia, ya lo había decidido… Pero pasó lo de siempre, me chantajeaste de nuevo utilizado a nuestro hijo, esta vez no te bastó con decirle: «se acabó y ahora si nos vamos a separar», esta vez aprovechaste todo a tu favor, y le dijiste: «tú mamá quiere a otra persona y se va a ir con él, nos está dejando«.
Algo era claro yo no lo dejaba a él, te dejaba a ti, a tu aburrimiento, a tu manera asfixiante de amar, que no era amor, era posesión; pero eso él no lo vería así, él se había dado cuenta que yo ya estaba distante, entonces pasó lo de siempre…
Le llamaste a tu madre para acusarme, como siempre lo habías hecho y obviamente tomó el primer autobús para llegar a defender a su nieto y a su hijo, claro es madre y sabe cómo sacar las garras por sus cachorros; no le bastó con pedir que me fuera de la casa y no te volviera a buscar, ¡ja! eso me dio risa, volverte a buscar… Si lo que quería era justamente eso, irme; no tenía planes de volver a tu lado. Entonces vino la respuesta del niño cuando hablamos con él, o más bien, cuando hablaron con él, su respuesta era lógica: «me voy con mi abuela, no quiero estar con mama ella arruinó mi vida«, me desgarró el alma saber su decisión y más escucharlo decir que yo le arruinaba su vida, saber que cada día que pasaste con él cuando yo trabajaba, lo ibas poniendo poco a poco en contra mía, lo veía venir pero no esperé eso. Tú madre dijo que sería sólo temporal, que podía verlo cuando quisiera, que le diera tiempo de alejarse de los problemas de nosotros y no lo vi tan mal, creía que estaría bien si se alejaba de la situación, que se tornaría más pesada aún.
Así fue como se lo llevó con ella y entonces nos quedamos tú y yo en casa, yo busqué a dónde ir y el día que empecé a empacar mis cosas para irme por fin de la casa, vino de nuevo tu arranque, habías estado muy controlado; era lógico, tu madre y el niño estaban en casa, nunca te mostrabas como eras si teníamos público. Apenas nos quedamos solos, vinieron de nuevo las agresiones y tu oferta del matrimonio abierto, pero esta vez incluía un plus: un viaje a Europa, la Luna de miel que nunca tuvimos…
De nuevo vino mi rechazo, te encendiste de nuevo y entonces pasó algo que no vi venir antes… Te confesaste, dijiste: «Sabes…Desde hace un año ya no te soportaba, no podía estar a tu lado, para lo único que te necesitaba era para mantener caliente mi cama, pero tú decisión me viene a favorecer… Quedaste mal ante todos nuestros amigos, eres una PUTA y como tal quedaste; del que todos hoy se compadecen es de mí, yo soy el menos culpable aquí. GRACIAS por tomar esta decisión«. Fue cuando me armé de valor y te dije: «Gracias a ti, no me importa cargar con la culpa que ya la he cargado antes, quedar de la manera que quieras ante tus amigos me da igual, porque no son los míos, lo único que me interesa es mi libertad y regresar por mi hijo, es lo único que deseo y que necesito. Sé que tendré que pelear contigo y lo haré de frente y hasta el final…»