Una historia sobre la amistad. ¡Debes leerla!
¿Alguna vez te ha pasado que entre tantas personas, existe una capaz de ser un verdadero amigo o amiga? La soledad se ha vuelto a veces más enemiga que amiga, quizá sea porque nos adentramos en ella y nos sentimos tan cómodos que no queremos escapar. Podemos incluso contar con numerosas personas que estén sólo para salir, o pedir un favor, pero cuando más les necesitamos, de pronto, los teléfonos ocupados, no hay tiempo o simplemente, siguen su rutina y no la quieren romper.
Solemos juzgar a la gente sin conocerla y no nos damos cuenta que quien menos esperamos, nos tiende la mano, nos abraza y nos invita a ser parte de su vida. Esta pequeña historia, trata sobre la amistad; invita a reflexionar, principalmente para que miremos a nuestro alrededor y sepamos abrir ese canal que tanto hemos tapado.
«Dicen las Estaciones del año que la Luna afirma que en cada cambio entre ellas, se queda sola, que busca algo, alguien que le haga compañía. Busca las Nubes, busca al Sol, y las Estrellas en el Universo le miran con desolación. Una ocasión, decidió detener su búsqueda, iba y venía con la sonrisa fingida.
Distraída incluso, se topó en el desierto, iluminando el camino de aquél forastero, a su paso lento y ambiguo, soltó una lágrima, le cayó en la mejilla e hizo que éste a su vez, mirase al cielo y mientras esta Luna guardaba silencio, el forastero continuó su camino hasta desaparecer entre las sombras de la noche.
Y se preguntó la solitaria luna, ¿cómo era posible que nadie escuchara su silencio, que la pasaran por alto e ignorasen lo que deseaba ofrecer? A lo lejos escuchó el canto más hermoso que jamás imaginó, mientras el viento empujaba su testarudo cuerpo, se dejó llevar por ese sonido, llegando a la montaña más alta; el violín más perfecto con las notas y la entonación más sublimes… se detuvo.
No tuvo palabras, sólo escuchaba atenta y cuando la melodía hubo terminado, se presentó y dejando paso al silencio, agachó su mirada una vez más, desilusionada, y justo en el momento en que emprendía su partida, le gritó cantando aquella Flor que con sus pétalos acariciaba el violín que atrajo tan agradable compañía, ¡ofreciéndole a ella!, ¡a la Luna!, su amistad, aun cuando sólo coincidían en las noches al ocultarse el Sol, le invitó a sentarse juntas cada noche, siendo más que rutina, el tiempo esperado con ansias, y aunque no se abrazaran, el viento cumplía sus encargos, les alentó a continuar su ritual, les envolvía ligeramente, haciéndoles saber que ni la Luna ni la Flor, estarían jamás solas de nuevo.
Dicen las Estaciones, que su historia de amistad, ha trascendido las barreras, ha inspirado incluso al árbol marchito y dicen que su amistad es eterna, que nació de la nada y que hoy esa Flor le acompaña entre cada cambio de Estación.»
Así como la Luna se encontró con la Flor y su amistad fue superior a todo, hubo una amiga que inspiró escribir esta historia y hoy en día, la amistad se hace más fuerte. ¿Tienes una amiga o amigo que haya demostrado sin intentarlo, ser verdadero?
No cerremos las puertas a conocer gente nueva, menos aún cuando estemos por tirar la toalla, alguien que no consideremos, puede ser nuestra flota en aguas profundas.