Una linda desconocida…
Nos conocimos de la manera más inesperada, qué puedo decir cuando te vi, tu belleza inundó mi mirada y cuando sonreíste fue como si Cupido me hubiera flechado al instante… Te sonreí, me sonreíste y hubo un momento en el que nuestras miradas se cruzaron y nos sonreímos.
Pasaron un par de horas antes de que habláramos, yo moría de pena, pues apestaba a alcohol y a decir verdad, estaba mareado y tú, tú te veías tan linda sentaba sobre ese barandal, mi amigo no dejaba de molestarme para que habláramos, pero no fue hasta que estabas yéndote que me decidí a hablarte y con un shhh, shhh, acompañado de una señal con mi mano fue que me atreví.
No sé de dónde me salió el valor para hablarte, pero lo más sorprendente es que regresaste, de ahí que comenzamos a charlar. Yo pensaba: esta chica es genial; después dijiste que estudiabas idiomas y por mi mente sólo paso una cosa: ¡ella es maravillosa!
Y qué decir de aquella tarde que pasamos juntos, bromeamos y no había pasado una hora de habernos conocido cuando ya nos estábamos abrazando, pero es que hablar contigo era tan fácil que sentía que te conocía de siempre, como dije yo apestaba a alcohol y tú, tú tenías ese olor que tiene la ropa de bebé… No sé, pero me inspiraste confianza a pesar de ser una desconocida, pasaron las horas después de charla; nuestros amigos estaban aburridos y hambrientos, entonces decidimos ir a buscar algo de comer, durante todo el camino me llevaste de la mano y era lindo, pues cuando alguien sostiene tu mano te sientes seguro (o al menos así me sucede a mí).
Cuando comenzó a llover tu sólo reías, pues yo iba sin suéter y temblaba un poco, entonces me abrazaste y me rodeaste con tus manos, pensé que cálidas son… Cuando llegamos a nuestro destino antes de entrar a aquel buffet de comida china, me acerqué lentamente a tu rostro, te miré y con una sonrisa, rose mi nariz con la tuya y te besé…
¡CARAJO! Tenías los labios más suaves y pequeños que había besado en toda mi vida, sentí como se me subían los colores al rostro, pero no me detuve; una vez adentro yo sólo comí postre y tú, tú vaya que comías para ser una chica, no, no me mal interpretes, no te juzgo ni nada, es lindo ver que una chica come bien; tú volteabas a verme y sonreías… Eso era lo que más me gustaba.
Cuando terminamos de comer nos fuimos, íbamos jugando y abrazándonos… Jajaja no pensé que fuera algo raro, pero ahora que lo pienso habían pasado sólo unas horas y yo había roto la regla que desde pequeño te enseñan “no le hables a un extraño y mucho menos te vayas con él”; pero qué tiene, yo estaba feliz de la vida y comprobé que las mejores cosas suceden cuando menos lo esperas, me dejé llevar por lo que mi corazón sentía y me decía que hiciera, hacía mucho que no le hacía caso y mira, tuve uno de los mejores días que pude haber imaginado… Ahora el único problema es que no sé si sólo fuiste una estrella fugaz que apareció en mi cielo, o si te quedarás y mirarás conmigo el sol.
Lo que suceda no importa, porque me regalaste uno de los mejores días que pude imaginar… Hiciste que mi corazón brincara de alegría y con tu calor lo despertaste.
Así que querido amigo/a no importa que te hayan roto el corazón o que tu pareja te haya dejado; porque esa no era la persona indicada, ¿cómo podría ser la persona indicada quien te hace sufrir? No, no lo es, no lo fue y no lo será.
Así que no llores mas y sal a la calle… Quién sabe, quizá puedas conocer a alguien así por casualidad y aunque no lo o la vuelvas a ver, te puede regalar un día inolvidable y lo mejor: te va a hacer sentirte vivo/a otra vez.
Quizás no conozcas a nadie, pero igual sal, haz algo, camina, ve a ver una película, ve a un concierto o a alguna feria gastronómica, si no conoces a alguien, al menos comerás rico…
Quizá no tengas ganas de hacerlo, pero si lo haces y le sonríes a la vida, te aseguro que la vida te va a sonreír.