Una promesa jamás cumplida… Parte V

Sentía un intenso dolor de cabeza mientras intentaba abrir los ojos, pero la luz que entraba en ese lugar me lastimaba, así que parpadeé un par de veces hasta que pude abrir los ojos y enseguida me di cuenta de que estaba en una habitación que no era la mía. Enseguida busqué un reloj para ver la hora y al darme cuenta de esa misma, me levanté tan pronto como pude, pero en ese preciso instante logré percibir un desagradable aroma y al mirarme a aquel espejo pegado en la pared, logré ver que tenía vomito en el pantalón.

Justo en el momento en que empezó a sentir la horrible cruda moral, Ian abría la puerta de esa habitación y traía en la mano una taza de café…

– Ya te levantaste- dijo Ian- ten toma el café, no creo que quieras llegar a casa en ese estado, creo que no será conveniente que tu tía te vea así, ve y date una ducha en el closet hay ropa de mujer.

Marina- ¿De quién es la ropa?, ¿en dónde estamos?

Ian- Es casa de Carlos, en cuanto a la ropa es de su hermana, ella no se dará cuenta de que agarraste algo.

Él salió de la habitación, pero estaba tan confundida y no era precisamente por el dolor de cabeza, habían tantas preguntas rondando en mí y algunas de ellas eran: ¿Cómo es que terminé así?, ¿por qué Ian estaba golpeado?, ¿qué me iba a decir mi tía cuando llegara a casa?, ¿qué excusa le iba a inventar?

Decidí dejar de atormentarme y mejor me di una ducha con agua caliente; después de ello, me sequé y fui a ver qué tipo de ropa había en el closet, pero para ser honesta, no había nada que me gustase, sin embargo no me podía poner exigente sabiendo que era ropa que no era mía, así que la única opción que había de ese guardaropa era un pants de licra todo entallado. Después de eso salí de la habitación y vi una escaleras, enseguida logré ver a Carlos y afortunadamente él me vio y fue por mí, juntos nos dirigimos hacia la cocina.

Ian- Mar… Carlos, nos puedes dejar solos unos minutos por favor…

Carlos- Claro hermano.

Ian- Marina perdóname, nunca debí dejarte sola con esos idiotas, es, es mi culpa que te pasara esto.

Marina- ¿Qué te paso en el rostro?

Ian- Nada importante, quiero que desayunes y después te llevaré a casa de tu tía y hablaré con ella para que no tengas más problemas de los que ya te he causado… ¡Diablos!, esto nunca debió haber pasado, sabía que no era bueno ir a ese lugar- Lograba sentir tanta euforia y enojo por no haber estado con ella para que le pasara nada.

Marina- Tranquilo, no va a pasar nada malo con Esther, ella es muy comprensible- ni yo misma lograba creerme esas palabras de consuelo, pero ¿qué más podía hacer si él parecía estar demasiado apenado?

Ian – Vamos come y cuando termines me avisas, estaré en la sala con Carlos.

Él salió de la cocina para que comiera, pero como no tenía hambre, sólo hice tiempo para que le creyera que sí había merendado, me deshice de la comida y durante ese corto tiempo estuve pensando en qué decirle a Ian para que no hablara con Esther.

Después de poco más de veinte minutos, fuí a buscarle para decirle que nos marcháramos de la casa de Carlos, así que me dirigí a la sala, ambos estaban ahí sentados conversando en voz baja y en cuanto se dieron cuenta de que estaba ahí los dos se quedaron callados e Ian se levanto enseguida y dijo- Gracias por todo viejo, vamos Marina.

Marina – Yo quiero…

Carlos- No te disculpes, a todos nos llega a pasar- sonrió.

Salimos de la casa y enseguida subimos al carro de Ian, pero justo en ese momento recordé que él lo había dejado en otro lugar, así que le pregunte que cómo estaba ahí su carro… Él dijo que Carlos lo había ido a traer antes de que me despertara, durante un rato los dos íbamos callados, pero yo me sentía muy incómoda, así que le dije que no era posible de que hablara con mi tía, ya que ella tenía que ir al médico.

Ian- ¿Está enferma?

Marina- No es nada grave

Ian- Mejor di que no quieres que pregunte y es todo- se veía tan serio que parecía enojado- ¿estás segura de que no está? o sólo en una excusa para que no hable con ella…

Marina. No, no cómo crees, ella no está…

Ian- Claro.

Marina – ¿Estás molesto?

Ian-no- parecía que ella no comprendía el caos de esa situación , además de que actuaba como si no hubiere ocurrido nada, lo cual no sabía si era bueno o malo, pero lo cierto era que me sentía más que incomodo de que ella me mirara tanto al por ver mi rostro golpeado.- Creo que ya llegamos.

Marina- ¡Ah sí!

Ian- ¿Segura que no está tu tía o estás mintiendo?

Marina – Ella no está en casa, así que será mejor que te marches.

Ian- Te juro que esto no volverá a suceder Marina- le di un beso en la frente y me fui sin decir nada más.

En cuanto él se fue me metí a casa e intenté no hacer ruido con la puerta, pero eso fue en vano porque Esther estaba en la entrada de la casa esperándome.

Esther- ¿Quieres decirme en dónde diablos estuviste toda la maldita noche?

Marina- Tía, yo estaba con unos amigos, intenté llamarte pero el celular se murió…

Esther – ¿Y no pudiste pedir prestado un teléfono para llamarme?

Marina- Es que…

Esther- ¡Es que nada!, mírate cómo estas vestida, Santo cielo Marina estoy intentado dar lo mejor de mí, pero tú…

Marina- Pues si crees que soy un maldito problema me largo de tu casa…

Esther- Claro que no eres un problema, es sólo que…

Marina- Sé que es extraño para ti tenerme aquí después de lo que pasó con ellos, pero créeme que no es fácil para mí.

Esther- No hables más por favor.

Marina- Tía perdón…

No sé si ella algún día logre comprender todo lo que pasó aquel invierno, pero no la culpo por sentirse extraña al estar cerca de mí; sé que intenta dar lo mejor de sí al igual que yo intento dar lo mejor de mí misma y de dejar al pasado en el olvido, pero por más que lo intento, será algo que siempre estará conmigo.