Una promesa jamás cumplida… Parte VI
Lo que me restaba del fin de semana había estado en mi habitación intentando evitar a Carlos pero sobre todo a Roberto, estuve meditando un poco o más bien demasiado la situación de todo lo que estaba pasando y de lo que había estado haciendo y ocurriendo en estos momento de mi vida, nada me estaba saliendo bien, era como si todo estuviese en mi contra, pero lo que más me atormentaba una y otra vez sin dejar de parar era lo que estaba haciendo con ella, admito que un principio parecía agradable jugar con Marina , pero con el paso de los días cada segundo pensaba un poco más en ella, quería volver a sentir esos labios cálidos. poder verla y perderme en esa mirada que me cautivaba a cada segundo y decirle la verdad que me perdonara por todo lo que le estaba haciendo, pero ella me odiaría si le dijese todo así que por un segundo Pensé que tal vez podría hablar con Roberto y decirle que aquella chica de la apuesta me había robado el corazón y que estaba como un loco por ella y que dejáramos la apuesta atrás para que pudiese seguir con marina, pero que tontería más grande pensar que el me comprendería, pero estaba casi seguro de que él jamás aceptaría eso y que Roberto querría que continuáramos con la apuesta porque de alguna u otra forma el me chantajearía para que todo siguiera adelante, aun que también me preocupaba un poco todo lo que le debía a José y que tenía menos de una semana para entregar todo el dinero que le debía hasta el jueves, aunque admito que él no me preocupaba mucho porque para poder pagarle vendería el carro y Carlos me ayudaría a conseguirle un nuevo dueño. Y sin darme cuenta alguna había llegado el día lunes, debo admitir que era la primera vez que ansiaba ese día, y no era precisamente para ir a la universidad a estudiar si no para poder verla, escuchar su voz acariciarla aunque solo fuera por unos instantes, pero había sido en vano por que durante todo el día la estuve buscando y no la vi, ni siquiera sabia su horario, no tenia como comunicarme con ella parecía que la tierra se la había tragado, así que decidí ir a buscarla a casa de su tía, si, esa mujer que parecía ser una especie de mujer maquiavélica, pero si quería saber acerca de marina valdría la pena el esfuerzo, y si así fue al acabar la clase Gobbea fui rumbo a la casa de ella y al bajarme del carro sentí esa sensación de miedo pero a la vez de ansias y al tocar la puerta logre sentir como mi rostro se sonrojaba mis manos me sudaban y mi corazón palpitaba extremadamente rápido como si hubiese corrido todo el día sin parar y sin darme cuenta esa mujer llamada Esther me estaba mirando.
-buena tarde- me dirigía a ella y le estiraba la mano para saludarla pero ella solo alzo una ceja
-así que tu eres el príncipe azul que se lleva a marina todo una noche y solo la deja a fuera de casa cruda y para el colmo si siquiera tiene el valor de pedir una disculpa con su familia, anda pasa no quiero discutir con un insípido adolecente fuera de mi casa, ahhh cierra la puerta.
Así que entre y cerré la puerta como dijo la mujer y enseguida iba a preguntar por marina pero esa mujer se adelanto.- se perfectamente que no vienes precisamente a visitarme, mi sobrina no se encuentra pero puedes esperarla y mientras eso ocurre quiero decirte un par de cosas.
-señora, yo.
– solo dime Esther- hace una ligera sonrisa.- debes saber que marina es una chica muy sensible y que cualquier cosa la daña fácilmente, ella, ella es muy frágil.
– Esther yo en verdad quiero a marina y créame que si no fuese así yo no estaría aquí para poder verla solo un instante.
– a mi no vengas con palabras yo pido hechos y el día que vea a mi sobrina derramar una sola lagrima por tu culpa.
Y justo en ese momento marina iba entrando por la puerta y al verla sentí que mi corazón volvió a latir, pero al verme ella abrió mucho los ojos y parecía estar sorprendida.
-¿Ian qué haces aquí?
-cariño no seas irrespetuosa con los invitados- se levanto del sillón y se dirigió a ambos- yo me retiro cualquier cosa que necesiten yo estaré en mi habitación, fue un placer conversar contigo, por cierto nunca escuche que me mencionaras tu nombre Ian, ah recuerda en lo que te dije- hizo énfasis en- «RECUERDA LO QUE TE DIJE».
Marina espero a que su tía subiese por las escaleras y al cerciorarse de que ya no estaba me tomo de ambas manos y enseguida me dio un beso y puso sus brazos sobre mis hombros y con una mano acariciaba el rostro y con la otra el cabello, mientras tanto yo rodeaba su cintura y me perdía en el dulce sabor de sus labios.
-hay que salir de aquí- me dijo mientras me miraba a los ojos.
Tus deseos son mis órdenes my lady, pero hay que avisarle a tu tía.
-¡ya vámonos!- lo dijo mientras salíamos de ese lugar.
¿Y a donde quieres ir?
-sorpréndeme.
Asumiré ese reto.
-ok- sonrió.
Mientras subíamos al carro intentaba pensar a donde la llevaría y mientras eso ocurría solo daríamos vueltas por cualquier lugar, mientras tanto ella encendía la radio y justo en ese preciso momento se me ocurrió llevarla a la casa del lago, pero aun que el lugar estaba un poco lejos realmente valdría la pena compartir ese lugar con ella, pues tenía mucho tiempo que no iba a ese lugar, y marina sería la primera en anos que pisaría ese lugar.
-en que piensas- me irrumpió en medio de mis pensamientos.
Ya sé a qué lugar te llevare.- sonreí- pero me temo que por la hora que es no llegaras a casas esta noche.
¡En en serio!
Absolutamente señorita, este es un lugar muy especial.
-¿entonces soy especial para ti.
Si supieras todo lo que siento por ti creerías que soy un enfermo mental.
-no, no te creo- hizo una de esas sonrisas misteriosas en las que sabes que la persona disfruta lo que escucha.
Llevaba casi una hora manejando por carretera y ella se había quedado dormida pero la desperté porque estábamos a punto de llegar a una gasolinera que tenía una pequeña tienda de autoservicios y así aprovecharía para comprar algo de comida y ponerle gasolina al carro y además aprovecharía para que marina pudiese llamar a su tía para avisarle que no llegaría.