Ya no me dueles más…
Cuando te fuiste todo fue dolor y oscuridad, pero bien dicen que el tiempo lo cura todo; y hoy ya no me dueles y ahora sólo hay luz.
Al principio fue muy difícil. Levantarme y seguir luchando, fue muy cansado, cada vez que me levanté, me caí mil veces más, pero así como me caí me levante y poco a poco mi vida fue mejorando. Cada cosa se fue poniendo en su lugar. La verdad es que después de ti sólo han venido cosas buenas, ya ni siquiera tengo tiempo de pensarte. Personas increíbles están a mi lado, tengo la oportunidad de hacer todas las cosas que amo.
Es como si la vida me hubiera querido dar una lección; primero, permitiéndome ser muy feliz al estar a tu lado y después quitándome toda esa felicidad, para hacerme más fuerte y para enseñarme a valorar la felicidad que tengo ahora. Enseñarme lo mal que se pueden poner las cosas y así poder valorar los buenos momentos.
Mi felicidad ya no se debe a un hombre, ahora se debe a mis propios triunfos, ahora es por méritos propios, se debe a sueños cumplidos, y a la enorme bendición de tener amigos con un enrome corazón y a una familia que siempre ha creído en mí, incluso si yo no lo hago.
Estoy consciente de que en cualquier momento todo se puede terminar, por lo que agradezco y aprecio cada instante. No doy nada por sentado y nunca dejo de esforzarme por mejorar, siempre se puede ser mejor, y no me refiero a ser mejor que los demás, sino a ser mejor que uno mismo.
Espero que tú estés en la misma situación, siendo más feliz que nunca.
Que como yo estés en la mejor etapa de tu vida, que no extrañes ni desees el pasado. Que no quieras otra cosa más que tu presente. Que luches por tener éxito y que poco a poco tus sueños se vayan logrando.
Te agradezco por enseñarme la fragilidad de las cosas, la fragilidad de las promesas, la fragilidad de las relaciones y la fragilidad de la felicidad. Por enseñarme lo feliz y lo triste que se puede ser.