Yo conocí el amor por facebook
Todavía recuerdo esa tarde de mayo, revisaba mis e-mails como lo hacía jornada tras jornada, mientras leía los mensajes de mi trabajo había uno que no coincidía, era de la gran red social de matiz azul, esa que a la fecha tiene más de 1,200 millones de usuarios activos y que como un premio a mi desenfreno me daría, al amor de mi vida.
Ese día, emergía en mi perfil una nueva cara que no me era conocida pero que me volvía a poner entre el dilema que acompañaba mi vida: aceptar o descartar solicitud. Así comenzaba la historia, entre mensajes y largas charlas que se fueron perdiendo con el paso del tiempo, la noche era nuestra cómplice pues siempre se entregaba a que me conocieras más y más tal como yo lo hacía contigo.
Cómo relegar nuestro primer encuentro que estuvo colmado de nerviosismo, no sabía qué especularías al ver todo mi ser o si yo sería igual de ágil para responder sin tener que presionar el ‘intro’. La gran red social ha sido nuestra acompañante en esta travesía, el gran diario donde escribimos noche y día, también la gran culpable de pesadumbres y recelos. Ahora nuestro amor se escribe tras una pantalla que en ocasiones encubre aquello que codicio, ese toque romántico que se usaba con nuestros padres y abuelos.
Muchas sombras me acompañan al recordar el principio de esta historia, que a pesar de aún ser corta ya es parte de la nueva época del ‘romanticismo’, donde de igual forma discutir ha cambiado, nos gritamos en la cara y nos asediamos de la nada. A pesar de lo bueno y lo malo que tiene “la red social”, le agradezco que nos adosara sin siquiera vivir por mi morada, pero sobre todo que me permitiera navegar por el estremecimiento del amor de manera presencial dejando en un paraje la web 2.0.
Agradezco por permitirme conocerte más allá de la información que te demanda la gran red social y de esas polifacéticas personalidades que uno se puede fundar tras un ordenador, sobre todo gracias a las nuevas tecnologías que me permite amarte en la contigüidad y así mismo en la ausencia.