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Historias

Publicado en abril 30th, 2015 | by Zahara Gazal

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Yo no tuve infancia

— En los últimos días he visto a la mayoría de mis amigos cambiar la foto de su perfil de Facebook y colocar una imagen de su niñez — Me contó mi amiga Cristina. Todos tienen caritas tiernas, felices y cuesta trabajo reconocerles. Para mi fortuna, nadie me ha pedido cambiar mi foto, ni se ha preguntado la razón por la cual no me he adherido a la tendencia mexicana de llenar esta red sociodigital con fotos de los años felices.

— ¿La razón? Bueno son muchas, el primer motivo –dijo Cristi–, es porque sólo tengo dos fotos de mi infancia y no son muy nítidas que digamos, además están en formatos pequeños y casi es imposible escanearlas. A veces quisiera creer que las carencias económicas de mis padres fueron el motivo por el cual no fui una niña muy fotografiada, ya que seguramente no podían comprar una cámara. Sin embargo, un pequeño detalle me hace reconsiderar este punto, — Afirma pensativa —, mi hermana mayor tiene más fotos que yo, e incluso tiene una que le realizaron en un estudio.

Además, esta mujer de cuarenta años, soltera, profesionista y muy inteligente, me cuenta que aunque tuviera más fotos de su niñez no las pondría en su perfil de Facebook. Mi infancia –afirma con voz pausada–, no es un capítulo sencillo de contar. Jamás tuve carencias económicas, pero viví un profundo abandono y maltrato. Lo peor de todo fue el abuso sexual, soy parte de las estadísticas de mujeres que vivieron esta experiencia y por miedo estuve confinada a la cárcel del silencio.

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La experiencia fue tan traumante que la olvidé. Así es que a la edad de nueve años comencé a padecer depresión, hacía pipi en la cama y escondía las sábanas para que nadie se diera cuenta. De ser una niña latosa, amiguera e hiperactiva, me volví una persona huraña, ensimismada y muy solitaria. Mi refugio fue y lo son hasta la fecha los libros y Dios.

Tuve muchos problemas para relacionarme con todo el mundo, especialmente con los chicos, así es que mi primer novio llegó hasta mi edad madura, y por supuesto elegí a la persona equivocada. Era una persona casada y no me lo dijo, la decepción y el dolor trajeron los recuerdos de vuelta. Sólo sé que no podía parar de llorar y las crisis de pánico me hicieron buscar ayuda profesional, ahí comencé a encontrar los porqués a tantas cosas.

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Descubrí y acepté que mi infancia no fueron los años maravillosos para mí. Fue una de las épocas más difíciles de mi vida, y ¿por qué te lo cuento? Pues porque estoy segura de que mi caso no es aislado. La experiencia que viví me recuerda la escena del desembarco en la playa de Normandía en la película de Buscando al soldado Ryan, así fue mi primer contacto con la guerra de la vida, me tomó por sorpresa, sin armas y con la inexperiencia de mi corta edad.

Salí devastada, y durante muchos años viví como víctima, y no me culpo por ello, reaccioné así porque no tenía otra opción en ese momento. Hoy, ya te puedo decir que soy una sobreviviente. Me he reconciliado con la vida, aunque todos los días lucho con las secuelas del abuso. Quien te diga que se puede sanar del todo, miente, cada mañana enfrento una batalla con el espejo, lucho por aceptarme, amarme y decirme cosas lindas. He aprendido que cuando estoy muy angustiada, no soy yo, es mi niña interior que necesita algo.

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Ahora, amo la voz de esa niña, le hablo, procuro que esté bien y soy yo misma quien le doy lo que necesita. Ya no la esquivo, ni me asusta, sé que debo cuidarla, porque de esa forma, yo sano y dejo de buscar en otros lo que no me pueden dar. ¿Te asusta esto que te conté? Puede sonar duro, pero es la historia de muchas otras mujeres que tuvieron una niñez complicada.

Y no, no tuve infancia, o al menos no como nos quiere hacer creer la sociedad, un mundo de ensueño. Por eso, me preocupa que no se hable de estos temas en las escuelas, las familias, los amigos. Quienes vivimos el abuso no lo decimos por el temor a cargar con el estigma que implica. La niñez puede ser lo más lindo del mundo, pero sólo si tienes suerte, de lo contrario, te puede matar en vida.

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En México, desde 1924 celebramos el “Día del Niño” el 30 de abril[1], luego de que nuestro país acordara cumplir la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño, un documento que se firmó al concluir la Primera Guerra Mundial, y que es considerado el primer texto que reconoce los derechos de los niños y las niñas y destaca el papel de los adultos en la búsqueda de su bienestar, por lo tanto, es nuestra obligación estar informados sobre el abuso sexual, nadie en el siglo XXU debería sufrir en silencio.

[1] Sánchez Leticia, “”La guerra origen del Día del niño”, Milenio, 30 de abril de 2005, disponible en http://www.milenio.com/cultura/Dia_del_nino-origen_dia_dle_nino-la_guerra_dia_del_nino_0_508749133.html


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Soy una guerrera vida que ama lo que hace y le gusta escribir. Disfruto ser docente, investigadora y algún día aspiro a publicar mis locuras. Espero que mis escritos ayuden a muchas mujeres que como yo, la vida nos puso a viajar contracorriente.



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