A aquél que algún día, tuvo un nombre
Bien. Ya estamos aquí de frente. Ante tu persistente, hostigadora y casi psicótica insistencia, estamos aquí. Yo con la frente en alto y mirándote a los ojos y tú, con la mirada hacia la mesa y agachando la frente. Como el último momento que supe de ti antes de esto; sin darme la cara.
Ahora bien. Voy a fumar un cigarro tras otro, invadiendo tu espacio con el humo. Recuerdo que odiabas que fumara, bueno; vas a odiarlo más. Realmente no sé que estoy haciendo en este lugar. Supongo que la lástima ya hizo efecto en mí pero no tengo mucha paciencia. Así que… ¿Qué vas a decirme?
Escucho una ridícula excusa tras otra por la cual te marchaste. Aparentemente sientes que sacrificaste tanto por mí. Dices que buscabas protegerme y que no me dijiste adiós de frente porque si lo hacías no tendrías el valor de marcharte. Dices que durante todo este tiempo sin mí, entendiste cuánto me amas y que el amor que conmigo sentiste, no podrías sentirlo con alguien más.
Que el amor y el respeto hacia tu familia te resultó de gran peso, que únicamente buscabas hacer felices a todos, a costa de ti. Pero que no has logrado hacer sentir a todos satisfechos a pesar de todos tus intentos. La misma historia, la víctima eres tú . Que fue un error haberte ido. Que me amas aún más que antes y que quieres recuperarme.
Sonrío, suspiro y… La verdad, qué decepción eres.
Escuchar cada insolente mentira que de tu boca sale me da ya nauseas. Todo tú sigues siendo una farsa. Todo tu sigues siendo mentira. Y en el caso concreto que fuera verdad, tú ya me has perdido. Siempre te dije que si algún día te marchabas no iba detenerte. Como no lo hice al principio mucho menos ahora.
Preguntas que quiero decirte y la respuesta es muy simple: desaparece de nuevo y márchate a donde de ti jamás sepa. Vete a tejer historias a donde te largaste y vive de tus propias falacias. Aléjate de mi. Vete lejos al único lugar donde de tu ya no existes, a mi pasado y a los peores recuerdos del desván empolvado que hice para ti en mi memoria. Ya no hay nada que quiera decirte. Ya no me importa nada de ti que llegaste al límite de mi hastío. Y el ciclo contigo lo cerré ya hace tiempo.
Te amé, te extrañé, te odié y ya no queda ningún sentimiento en ti expuesto. Ya no eres nada y no significas nada para mí. Eres un completo extraño y si algún día tuviste un nombre ya lo he olvidado. Ya te olvidé.
Los cigarros se han terminado y como podrás darte cuenta esta conversación ya no tiene sentido. Vine aquí por ninguna razón así que como la última vez te pido te marches. Déjame verte partir como lo has hecho siempre. Al fin que ya no importas, al fin que ya no dueles.
Buenas noches a aquél, que algún día tuvo un nombre.