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Historias

Publicado en octubre 2nd, 2015 | by Débora Carrasco

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Algo extraño… Parte 7

No sé cuánto tiempo ha pasado, las horas y los días ya no son algo para mí; hace un rato logré escucharlo hablar por teléfono, parece que han pasado 2 semanas. Se me ha ido el apetito, juraría que he bajado de peso, no me he visto siquiera en un espejo, sólo me deja ir al baño 1 vez al día y no tiene espejo; pero igual me siento pálida, sin ganas, quiero morirme… Sería más fácil, no sé que pretende teniéndome aquí. No me ha hecho nada… Digo, nada físico, ni siquiera se acerca mas que para ayudarme a comer o acompañarme al baño, pareciera que me tiene miedo.

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¿Y mis papás? ¿Luis? ¿Mis amigas? De repente deliro, no sé si por la falta de comida o por el encierro. Él se encargó de hacerles creer a todos que había ido a un viaje del trabajo. Claro que lo creyeron, me amenazó y me puso al teléfono, le dije lo mismo a todos, me ausentaría 3 semanas, era precipitado, pero mi jefe me necesitaba en otro lado y tenía que ir. ¡Era extraño! Me hacía mandar mensajes a todos los que se preocupaban por mí a diario, con el afán de que creyeran que me encontraba perfectamente; obviamente en el trabajo hizo que me reportara enferma, algo contagioso, debía reposar.

¡Está más que loco! Le he preguntado tanto qué es lo que quiere de mí, dinero, poder, no sé… Nunca sabe qué contestar. Podría jurar que en su mirada más que coraje u odio, hay mucha tristeza… Pero obviamente no le tengo lástima, es un maldito que me privó de la libertad y estoy a punto de volverme más loca que él. No he visto la luz del sol en todos estos días, no he visto nada, su casa siempre está demasiado oscura, tapa todo para que no entre nada y él sale todas las mañanas supuestamente a trabajar; claro he intentado de mil maneras zafarme, pero supongo que es un experto, me deja totalmente inmóvil, hasta el punto en que se me duermen las manos y los brazos y no me queda otra más que quedarme dormida.

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Ya me cansé de llorar. Siento los ojos pesados todo el tiempo, me siento débil, incluso siento que si tuviera la oportunidad de huir no llegaría lejos, me desvanecería, me desmayaría de lo débil que estoy.

¡Hola Sara, ya llegué!-dijo con voz alegre.

Ni siquiera contesté, ¿qué pretendía? ¿Qué respondiera como si fuera su esposa esperándolo después de un día de trabajo?

¿Qué quieres hacer hoy?-su pregunta me ofendía.

¿Cómo que que quiero IMBÉCIL? ¡QUIERO SALIR DE AQUÍ!-pensé.

Quiero salir. Quiero que me dejes libre, te prometo que no levantaré cargos, simplemente déjame irme-le dije.

Mara, en poco tiempo te darás cuenta que te gusta estar conmigo, que disfrutas mi compañía, que me quieres-respondió.

¿De qué está hablando?-pensé. ¿Que lo quiero? Está demente, definitivamente estaba más que enfermo, me daba asco, lo odiaba, lo odiaba por todo lo que hacía sin ni siquiera tener un buen motivo.

Luis… Luis no te merece-susurró.

Tú no sabes nada de Luis, ni siquiera lo conoces, no digas cosas que no tienen sentido, estás loco, estás enfermo y necesitas ayuda, déjame en paz a mí, déjame libre. Jamás serás como él, ¡eres un asco!-grité con todas mis fuerzas mientras las lágrimas salían.

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Su cara se puso roja, sus venas comenzaron a saltarse, pensé que en cualquier momento me golpearía o gritaría, pero sólo se limitó a decirme: Soy mejor que él, te lo aseguro, porque nadie te amará tanto como yo, nadie te conoce tanto como yo, ni siquiera él.

Quería golpearlo, ¿cómo se atrevía a decirme todo eso? Ni siquiera lo conocía.

¿Me conoces mejor que él?-respondí. Espiarme desde que llegaste aquí no es conocerme, ser mi vecino por un par de meses no es conocerme y secuestrarme y pasar los días conmigo haciéndome la vida imposible… CRÉEME, NO ES CONOCERME-respondí.

Soltó una carcajada. Yo estaba confundida, ¿qué era tan gracioso?

Así que aún no me recuerdas ¿verdad?-dijo secamente.

Mi corazón se aceleró más de lo que estaba esos días. ¿Lo conozco? ¿Lo conozco de antes?-pensaba. Mi cabeza comenzó a hacer memoria, pero no podía recordar a un loco, no podía hacer memoria de que un enfermo como él estuviera en mis recuerdos.

Sí, te recuerdo perfectamente, ERES MI VECINO ENFERMO- respondí después de unos minutos.

Sabes bien a lo que me refiero, no en estos momentos, me conoces de hace mucho tiempo, te conozco más de lo que crees y que lástima que no te acuerdes de mí… Ahora comprendo tu confusión y el no saber por qué te tengo conmigo. Un día, me dejaste ir, un día me heriste, me rechazaste y ese día juré que me las pagarías,  me prometí que serías mía, que sólo serías para mí y que podríamos ser felices-.respondió irónicamente.

Su voz era de miedo. Mencionaba que se las pagaría y que podíamos ser felices, era bipolar, estaba enfermo, loco, desquiciado… Mi cabeza comenzó a trabajar y mi corazón latía con más fuerza.

Lo recordaba, ahora lo hacía… Sabía quién era.

 

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Tengo tres terapias para cuando algo va mal: Ejercicio, música y escribir.



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