Aprendiendo de las caídas
Un día alguien me dijo: “¿Sabes qué es lo padre de estar en el fondo? Que ya no puedes caer más, estás en lo profundo, ya lo único que te queda es ir hacia arriba”.
Y es así como miles de pensamientos y reflexiones me golpearon duro en la cara, y era cierto, ya sólo me quedaba buscarle una solución a mis problemas, no había más. En muchas ocasiones estamos acostumbrados a ver todo lo malo que nos pasa como una tragedia, nos volvemos víctimas del destino preguntándonos “¿Por qué a mí?”, cuando la pregunta tendría que ser “¿Por qué no a mí?” Vivimos mirando siempre el vaso medio vacío, nunca nos damos cuenta de las cosas buenas que nos pueden traer los conflictos. Todo es aprendizaje en ésta vida. Está permitido caer, claro que sí, pero también es obligatorio levantarse, no quedarnos tirados esperando ser rescatados, nadie puede solucionarnos la vida más que nosotros mismos.
El punto está en aprender de cada experiencia, sea buena o mala, aunque, la realidad es que nunca aprendemos de las buenas, porque creemos firmemente que lo merecemos y nos sentimos inmensamente felices y satisfechos, es entonces cuando vemos que la fórmula nos funcionó, entramos en nuestra zona de confort y ya no hacemos nada por movernos de ahí, por cambiar, por evolucionar, aceptamos que así estamos bien, pero jamás pensamos que podemos estar mucho mejor.
Todo es causa y efecto, lo que hoy tenemos es resultado de nuestras acciones del pasado, de nuestro esfuerzo, según lo fuerte que arrojemos la piedra será el agua que saquemos, pero todo será gracias a nosotros y a nadie más.
Debemos ver el lado positivo en cada ocasión, tomar lo bueno y desechar lo malo, aprender un poquito más cada día que pase, ser agradecidos por lo que tenemos y por lo que no tenemos también, porque según dicen “La vida tarde o temprano le da a cada quien lo que se merece”. Y cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.
Dejemos de culpar a los demás por nuestros errores, y también dejemos de culparnos cuando algo nos sale mal, no todo está en nuestras manos, a veces se puede y a veces no. Cada problema que nos toca afrontar tiene una lección, una moraleja, una enseñanza que nos durará por mucho tiempo. De alguna manera teníamos que aprender a caminar, y fue a base de caídas, entonces…… ¿Quién dijo que esa etapa se quedó en nuestra infancia?