Cartas que no leerás…
Hola… Ya somos todos unos extraños, pero, mírame, aquí estoy de nuevo, escribiendo una carta más, una más que pasará a hacerle compañía a todas las anteriores, a todas esas que nunca leerás. Es patético lo sé, ¿Qué sentido tiene escribir sin un destinatario? La verdad no sé si tenga algún sentido, o carezca de éste, pero, es la única forma que conozco de liberarme de tantas cosas que quiero decirte, pero que jamás haré; por orgullo, por amor y respeto hacia mí, e incluso por amor y respeto hacia a ti, ya que respeto tu decisión de irte, y decirte lo que pienso sería detenerte. Y ya no quiero que te detengas.
Son tantas las cosas que no te dije y quedarme con ellas me estaba dañando, con cada palabra escrita se fue soltando ese nudo que amenazaba con asfixiarme, con cada palabra nos liberé, así es, a ambos a mí de ti y a ti de mí; ya no somos esas piezas del rompecabezas que embonaban perfectamente, ya no hay un nosotros, y eso está bien.
Hay momentos de debilidad en los que considero hacer que todas estas palabras lleguen a su destinatario, dejar que por fin se entere de todo lo que esta remitente piensa de él, pero los pocos momentos de cordura me salvan y lo impiden y gracias a ellos jamás te enterarás.
Creo que esta es la última vez que te escribo, ya me siento bien, al fin lo asimilé y lo acepté. Así que como despedida, te digo que te libero, ya no hay nada que nos ate, el nudo que se aferraba a mantenernos juntos se rompió con cada palabra escrita por mí, palabras que no leerás, ya que el nudo podría formarse de nuevo.