Conocerte antes que él…
Tenía tanto qué decir… Pero te vi y me tragué las palabras y creo que la lengua también.
Recuerdo que te vi entrar y como en toda gran historia de »amor» el mundo se detuvo en instantes, mis ojos te admiraron de pies a cabeza y me dije: Del cielo llegó un ángel, ¿acaso estoy muerto o es sólo una visión de que el paraíso realmente sí existe?
Tienes un poder que me domina, que me hace no saber quién soy, que me parte el alma en pedazos y al instante me vuelve a construir.
Tienes un poder sobre mi vida, que me hace perder la cordura y con ella también toda la razón, es un poder que domina cada parte de mí, que no me deja pensar, que no me deja dormir… No sé cómo llamarle a ese poder, porque es más fuerte que la amistad y más poderoso que el propio amor.
Hoy salí casi corriendo del trabajo, queriendo encontrar el camino correcto en toda esta ciudad que me llevase a ti. Hoy me llamaste para despedirte de mí y me dijiste cosas que me dolieron en el pecho, pero no te dije nada, sólo te desee suerte y colgamos. Mi mundo se detuvo y dentro de mí algo se hizo añicos, manejé a más de 160 km/h, queriendo morir en la carretera; lloraba, golpeaba el volante, al mismo tiempo en el pecho sentía que te perdía y mis ojos cerré. Llorando me decía que eras una tonta… Preguntándome una y otra vez:
¿Y si pudiese regresar en el tiempo y conocerte antes que él?