Cuando supe que era suficiente
Llegué a amarte… Demasiado, te amé hasta que dolió, hasta que no pude más, pero tú no, nunca me amaste, sólo fui tu juguete, tu diversión, la chica que se ilusionó pensando que algún día dejarías a tu esposa, que algún día me darías mi lugar, que algún día sería importante para ti… Porque sin duda tú lo fuiste para mí.
No recuerdo exactamente cuándo supe que era suficiente, lo que recuerdo claramente son todos tus desplantes, todos tus desprecios, todas esas palabras hirientes y todas esas ocasiones en las que me puse bonita para ti, sólo para que terminaras plantándome.
Recuerdo esas veces en las que gasté el poco dinero que tenía comprando ropa, sólo para que tu pudieras verme hermosa y al final lo que recibí fue un: “hoy no podre, tengo que cuidar de mis hijos” o esas ocasiones en las que preferí no ir a trabajar porque prometiste salir conmigo, y al final sólo me dijiste: “Perdón…. Lo olvidé, no te enojes te recompensaré…” pero no lo hiciste, nunca me recompensaste.
Ahora recuerdo todas esas veces en las que te llamé y te viste obligado a colgarme, o esas veces en las que ni siquiera respondiste… Nunca llamaste, nunca mensajeaste… ¿Para qué? Aún así te amé.
Viene a mi mente ese día en el que olvidaste mi cumpleaños, ese día en el que olvidaste mi graduación, olvidaste todas las celebraciones, nunca recordaste llamarme en san Valentín, Navidad, año nuevo… Nunca lo recordaste, pero yo sí… Lo recuerdo todo demasiado bien.
Recuerdo la primera vez que me gritaste, fue la primera vez que me atreví a reclamarte tu falta de atención hacia mí, recuerdo lo que me dijiste: “piensa bien si quieres seguir en esto”, pero yo estaba demasiado enamorada… Claro que decidí seguir a tu lado.