Dedicatoria para el olvido de un amor
Cae la noche junto a la falta de tus amores, todo es oscuro porque me ciegas, ausente de mi razón y contemplada entre torbellinos de mariposas y cuervos, luchando los unos con los otros por dominar mi sentir, te recuerdo.
Pocas eran las fuerzas que me quedaban después del terremoto de tu amor, después de que pasara a derrumbar todo aquello que creía cimentado, después de haber girado 360° a velocidad luz con tus besos, después de haber sentido tocar el cielo a través de tu piel, de mirar las estrellas en tus ojos, de haberte entregado mi sonrisa y de que revivieras mi corazón.
Jamás olvidaré aquél día nublado de Agosto, apareciste entre malhumores, temores y novedad para brindarle la chispa faltante a mi ser, pocos fueron los instantes los que tardé para darme cuenta que debías estar en mi vida, pocos fueron los instantes que bastaron para que me encantara tu ternura, tu caballerosidad, tu sonrisa, la luz de tus ojos, tu voz risueña, tu astucia, tu picardía, tu madurez, la complicidad de tu mirada con la mía, lo que me hacías sentir.
Escasas fueron las veces que caminamos de la mano en las calles alumbradas por aquellos faros coloniales y cubiertos por las estrellas, entre risas y suspiros, entre conexiones creadas con el roce de nuestras manos, entre corazones que cantaban al compás del amor, entre silencios que daban paso al diálogo de nuestros cuerpos y suspiros que eran llevados por el aire.
Cegada por la falta de tus amores entre oscuridad me contemplé, difícil era quitar la venda negra que cegaba mi razón, difícil era dominar mi sentidos que te buscaban a gritos, gran trabajo implicó encontrar a la que fui antes de ti, decidir caminar entre tinieblas o luz, entre tu amor y el amor por mí, decidirme por el olvido o tu persistente recuerdo que me impedía volar nuevamente.
Gran dificultad implica decir adiós a la persona que más has querido, con la que aprendiste a sentir lo que es amor; la que tanto te enseñó sin siquiera saberlo, quien borró el huracán del pasado y victorioso rompió las cadenas del miedo, de quien fue dueña de tus insomnios, con la que aprendiste a educar tu corazón y a la que le entregaste tus mejores momentos.
Difícil es abandonar lo que algún día añoraste, pero la indiferencia logró convertirnos en aquellos que tomaron rumbos distintos por los que pretendían hallarse, los que caminaron al laberinto sin salida. He decidido volar hacia la luz, terminando con el tiempo que nos dimos, terminando con lo que se había convertido en una angustia y con la confusión de qué parte en ti predominaría más, si la de la bella persona que me mostraste o la del aparente chico rudo al que nada le sucede.
El cielo desprende las gotas que tendrían que salir de mis ojos, porque a mis pupilas sólo les queda el brillo que le otorgó lo poco que fuimos, mi corazón se siente alegre de haberte conocido y mi recuerdo te lleva con luz; me resta agradecerte tu amor, deseándote la felicidad infinita de Dios, te amo.
Un beso corazón.