Enamorándome de la rutina
Solemos despertar cada mañana y tal como si fuéramos robots, nos dedicamos a hacer lo mismo una y otra vez…
Cada vez comenzamos a detestar más y más la rutina que vivimos, nuestros días parecen tan eternos, que inclusive, pareciera que no estuviéramos viviendo… De vez en cuando nos preguntamos: ¿Qué estamos haciendo? ¿Somos felices? ¿Lograremos nuestros sueños? ¿Vale la pena todo el esfuerzo que estamos poniendo cada día?. Se nos adentran tantas preguntas en nuestra cabeza, que nos hacen dudar, nos hacen tambalear.
El miedo vuelve a tocar nuestras puertas, pero, vamos, tú y yo lo sabemos, vale la pena cada esfuerzo, cada día que nos levantamos tan temprano una y otra vez, porque al final del día, cuando llegamos a casa y nos encontramos solos, lo entendemos; estamos un poco menos lejos de alcanzar ese gran sueño, de conseguir, por fin, por lo que hemos estado luchando como guerreros…
Así es, existe una razón para enamorarnos de nuestra rutina diaria.
Estar más y más cerca de nuestro sueño, poder vivirlo al máximo, sentir la gloria en nuestros labios, ser consciente de todo lo que se luchó para poder llegar hasta ese punto y así es; es por eso que debemos enamorarnos de nuestra rutina, pues en un parpadear de ojos estaremos en donde siempre quisimos y sólo quizá extrañaremos volver a vivir la «rutina».