Entre el humo, la tristeza y una conciencia vacía
Angélica Rivera, el chivo expiatorio de un gobierno mediocre.
La capacidad histriónica de Angélica Rivera nunca se pondrá en duda. El entrenamiento que la colocó como estrella de muchas telenovelas de Televisa, la colocaron, en su momento, como una de las artistas de moda y que obviamente, fuera de todo ámbito político, lo que pasaba o no con ella era completamente irrelevante. Sin embargo, como las olas del mar, los cambios de marea pueden ser devastadores en ocasiones.
La vida de “La Gaviota” se vio sorprendida en un medio que ella desconocía completamente y que siempre será menos agradecido que el medio artístico de las telenovelas: El político. Y es que la primera dama ha sostenido de manera lamentable esa inevitable e interesante figura distractora de un gobierno que cae en un oscurantismo de argumentos vacios que ya nadie cree y que al parecer nadie nos podrá rescatar.
La primera dama ha sido el chivo expiatorio perfecto para muchas situaciones fuera de contexto que “atentan” con la realidad del país que valiéndose obviamente de esa ignorancia innata que tenemos lo mexicanos para manipular situaciones de crisis, han funcionado de manera perfecta.
Una Casa Blanca, Vestuarios, Viajes, Compras, han sido el pretexto perfecto para llevar nuestra atención a las actividades de una señora, que si no produce en la oficina delegada para sus funciones, no nos debe importar que es lo que haga o no. Somos un país más preocupado por el atuendo y aditamentos de la “Primera Familia” que por tres puntos de propuesta de los candidatos en estas elecciones intermedias. Debemos como sociedad enfocarnos en lo que es verdaderamente importante y no ir con una marea de información que tiene una sola y evidente función: Distraernos de lo esencial.
Kenia y Ayotzinapa: Mal común, mismas lamentables estadísticas.
Al parecer el pensar en forma crítica se ha convertido en una amenaza. Los ataques a jóvenes por todo el mundo no cesan siendo a cada momento más tétricos. Ayotzinapa se convirtió en nuestro país en el evento más cruento, vulgar, y completamente reprobable desde lo sucedido en Tlatelolco. La poca acción de la policía, la indiferencia de las autoridades y la aparente complicidad en todos los niveles de gobierno; volvieron a esa región de Guerrero en un lugar sin ley, donde la desaparición y ejecución de 43 estudiantes, se convirtió en un faro de impunidad, terror, y desesperación. En México, estos 43 estudiantes desafortunadamente se han convertido en una estadística más, que desde su ejecución sería observada de reojo por todas las instituciones, convirtiendo su esclarecimiento en una utópica idea que se resguarda en los corazones de mucha gente.
Del otro lado del mundo, otro país comparte la misma desgracia pero en diferentes proporciones (matemáticamente hablando).
Ciento cincuenta, -sí leyó bien 150- estudiantes fueron cobardemente masacrados dentro de las instalaciones de la Universidad Garissa. Un comando armado encerró y ejecutó a todos los estudiantes que no profesaran la religión islámica, considerados inmediatamente como “infieles”, convertidos en un acto de barbarie más de los grupos radicales asentados en la zona y que al parecer nadie quiere ponerles fin.
El respeto a todo se ha convertido ya en una idea solamente, porqué nuestros actos distan demasiado de hacerlo una realidad tangible.
¿150 personas por no creer en lo que tú crees?
¿43 personas por un pensamiento político diferente?
El mundo se ha volcado hacía la barbarie y que lamentablemente tienen como argumento las letras reflejadas por las balas que desconocen género y raza. Nos hemos convertido en una sociedad donde desafortunadamente este tipo de actos ya no nos provocan mayor impresión. El ser joven y tener pensamiento crítico es una obligación. Que sería del mundo si no existieran personas que se aventuraran a cambiar la visión de un todo. El ser joven jamás debería ser una amenaza para nadie porque simplemente buscan una impronta perdida en la indiferencia de los tiempos. Kenia y Ayotzinapa son solamente estadísticas; pero estadísticas que deben terminar; no por el bien de un país, sino de nuestro futuro.
Cuando leo este tipo de noticias, o las encuentro por la televisión, recuerdo, sin variar las atinadas palabras de un grande de todos los tiempos:
“El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar”
Ernest Hemingway
Luchemos sin armas, sin violencia, sólo con ideales.