La musa que inspira
Para escribir necesito emociones sutiles o abruptas, de sol o de lluvia, de noches negras de desvelo o días de luces que me completan. Para escribir, por lo general, necesito que me digan que soy buena amiga, una persona fácil de querer y que quizás en otra vida nos encontremos, porque en ésta, los fastidios de la cotidianidad, el sabor del cuerpo, mi intensidad, la irreverencia con que digo y hago las cosas son “demasiado” para un simple mortal. Es entonces cuando la musa etérea me visita con un baúl lleno de mariposas muertas y ningún dragón para suplirlas.
Es un poco jodido que últimamente la señorita divina llegue cuando ocurren desencuentros, digamos que va siendo 3.14 constante, y mira que tengo deseos de volver a escribir una crónica de un viaje, de que alguien me mire como si fuera una obra de Kandinsky un Miró o un Dalí, o quizás mejor, un Tissot… Hay de gustos a gustos…. pero las ganas siguen siendo las mismas.
Resumiendo: Que la musa inspiradora es un poco quisquillosa y viene de visita –la muy bandida- cuando son más los pesares que los azares. Pero las cosas podrían cambiar si así lo quieres, deberías intentar darle un giro positivo a tu vida, es algo que te mereces. Espanta a la musita porque ver solamente nubes grises hará retardar la salida del sol. Claro, entiendo que suena a cliché o a psicología barata el dar mensajes de positivismo y también estoy consciente que muchas veces el panorama es tan denso y negro que no alcanzamos a ver más allá de nuestras narices. Pero al menos inténtalo; ¿qué puedes perder? Si el panorama no se tiñe de colores, al menos tendrás de compañía a la musa que te inspira.