La persona que nunca fuiste
No recuerdo haber tenido una discusión en el tiempo que duró la relación, no hubo ollas volando ni sartenes como arma mortal, tampoco palabras altisonantes ni mandadas a la china, escasos silencios incómodos y poco más.
Dicen que las personas se conocen al terminar un ciclo, al ponerle punto final a una historia, y estoy por darles la razón, ese día que todo acabó yo comencé a conocerte. Me vendiste por muchos años una imagen que nada tenía que ver contigo, literalmente pusieron a otra persona en tu lugar, la que yo conocía se esfumó y apareció una arrogante, poco inteligente, despiadada, irascible y caótica.
No afirmaría que me gustaba ver en “eso” en lo que te transformabas (En otra época no dudaría que Kafka se inspirara en ti para escribir su Metamorfosis). Cualquiera podría pensar que nuestro hilo se rompió porque fui un monstruo contigo, o porque era la peor persona que jamás hubieras querido llegar a conocer, pero lejos de eso, la decisión de terminar la tomaste tú, una charla llena de pretextos superfluos y sinsentidos como si le hablaras a una desconocida, como si no supiera en realidad que el único motivo era que ya no me amabas.
Ese fue el primer síntoma de tu cambio drástico, antes te jactabas de ser una persona directa, de hablar sin rodeos, de no temerle más que a los retos de la vida, en cambio, todo eso se diluyó en aquella plática cuando te despojaste de la máscara y apareció el cobarde, el ruin…mientras vociferabas yo me sentía en otra dimensión, en una irrealidad o peor aún, en un reallity show donde la sala está llena de desconocidos. Dejé que gritaras, manotearas incluso no recuerdo si llegaste a ofenderme y humillarme más, porque yo en ese momento ya no te oía…en ese momento mi mundo no tenía eje.
Aunque tardíamente, he de reconocer que fue bueno verte tal cual eres y no como te habías mostrado durante tantos años, he de darte algún mérito por la capacidad histriónica para aparentar tanto tiempo el ser una persona diferente. Por lo anterior, mis gracias sinceras, porque sin ese espectáculo irracional quizás aún seguiría enamorada de un fantasma, del hombre que no eres ni podrás llegar a ser. No me gusta dar consejos, prefiero mejor decir mi opinión, y recurriendo a las letras porque no querría verte de nueva cuenta, te digo que puedes prescindir de malabares porque “volver” no es una opción.
La vida – mujer y sabia-, se encargará de ponernos en el lugar que nos corresponde, yo fluiré y continuaré, de eso no tengo dudas, espero que a ti te ubique en el mejor sitio imaginable para que representes de nueva cuenta tu teatro. (No siento pena alguna por quien llegue a tus días, sé que después de «sobrevivirte» será una mejor persona).