Lo que debería ser y lo que soy… Una expectativa y una realidad
Tres décadas de vida, miles de lágrimas lloradas, cientos de malos ratos y dolorosos momentos, buenos y malos amigos, decenas de humillaciones públicas, millones de traiciones y cientos de fracasos, así como miles de líneas de fracturas de mi corazón que a este punto, debería estar hecho trizas; me han llevado a valorar lo que soy contra lo que todos esperan que sea, la expectativa versus la realidad.
Supondrían que debería ser una chica dulce y sonriente, propositiva y sociable. Alegre y jovial. La realidad: soy una chica que es dulce y muy fuerte, que le sonrío al fracaso y a los momentos más duros. Que soy negativa porque ante todo lo duro que puede ser la vida, veo una luz y no al final del camino, sino que vive en mí. Para ver lo más positivo de la vida debo ver lo más negativo, si no fuese así no habría punto de comparación. Aprecio la vida desde su putrefacción y admiro la flor que nace del estiércol.
Soy la negativa pero la que aprecia una tarde lluviosa en su naturaleza propia. Veo la vida de frente sin darle caretas, soy realista, pero prefiero las acciones a palabras bonitas. Soy retraída y suelo hablar poco, no soy sociable, pero cuando miro de frente y alguien no escondo mi propio yo en sonrisas a medias y cuchilladas a la espalda. No voy a las fiestas y no soy amigable, pero esos escasos amigos que tengo son de aquellos que solamente hallarás una vez en la vida. Escasamente sonrío pero si estoy sonriendo, entonces sabes que ciertamente disfruto a plenitud.
La expectativa dicta que tendría que ser una chica de casa y salir de blanco al altar, una esposa buena y un matrimonio para toda la vida. La realidad es que soy una chica que he defendido a capa y espada mis ideales, que no soy «una fácil» por salir a bares ni tampoco adicta por escuchar metal. Divertirse un poco y salir de una rutina no significa que brinque de cama en cama, significa que tuve cimientos reforzados y valores fundamentados para decir «no». Mi indumentaria y mi gustos nunca han sido quienes deciden por mí.
Una boda, un matrimonio roto, no han de poder quitarme el derecho de ser una buena madre, al contrario; me han dado la capacidad de hacerme saber a mi misma que ante nada y ante nadie podré rendirme jamás, que no hay fortaleza más grande que aquella que tiene una madre y que no hay amor mas profundo y cierto, que el que soy capaz de dar desde aquel momento en que di vida. Que si estaré en rodillas alguna vez ante alguien, será ante aquel cuyo poder es único y podrá juzgar si viví bien o mal, pero es la única opinión que ha de importarme y repito «el único con pleno derecho a juzgarme».
La expectativa es que debo ser reservada y callada. Debo seguir la corriente y las normas que aplican las etiquetas de la sociedad. La realidad es que no me callo y no me gusta engrandecer a quien no lo merece. Si algo no me gusta es claro que se notará, si en algo no estoy de acuerdo es obvio que lo sabrán. Las injusticias son diarias ¿ Entonces cómo podría callar? Si hay gente que desea verme quieta entonces deberían no transgredir ni agredir un estilo y una forma de vida. No es que sea violenta a decir verdad prolifero la paz y no la guerra, pero decir si solo por agradar, no es mi estilo y no me va.
La expectativa es que escriba sobre el amor y la belleza de la vida. Los valores y la igualdad, la tolerancia y la humildad. La realidad es que escribo verdades y no solapo mentiras. Si escribo novelas es porque el mundo que veo no es mejor que mis bizarros escenarios. Yo escribo de amor y de ese amor verdadero que es muy escaso en este mundo, el amor que es capaz de sacrificarse por la felicidad del otro.
El amor que nace del respeto y que sobrepasa fronteras y tiempo. Escribo del amor verdadero al que no se puede siquiera aspirar, porque el amor humano consiste en hacer que la felicidad dure un momento placentero y en los difíciles abandonar. Escribo de la vida pura con todos sus sentimientos, claros o turbios deben ser bellos porque existen, son una realidad. La vida con todo y lo que conlleva no tiene puntos intermedios, o se sufre o se goza, o se aprende o se conforma y se vive de largo con el simple hecho de respirar. Yo soy franca y honesta, escribo lo que pienso porque no sirvo para negar. Escribo mis sentimientos sean de odio o de una vanalidad, porque en mi vida tiene más peso lo que vivo que lo que ya viví.
La realidad es que ante el mundo soy una expectativa más. Alguien que es juzgada porque no puedo ver las cosas igual. La verdad es que sí puedo, pero no quiero dejar atrás que mis experiencias vividas me han llevado a encontrar paz, la paz que ante terapias y risas fingidas nunca pude encontrar.
Esta es realidad. Esta soy yo en verdad. No hay mas expectativas. Mi realidad es que, mi expectativa es encontrar a muchos más cuya realidad, sea mejor que una expectativa.