Los poetas tristes
Saben… Los poetas somos los mayores mentirosos de la historia.
A diario nos mentimos a nosotros mismos, soñando con cosas sin sentido, engañando a nuestro corazón y a nuestros sentimientos… En sí, a nosotros mismos.
Siempre que conozco a alguien nuevo que me interesa; muestro lo peor de mí. Porque si me aguanta; quiere decir que vale la pena mostrarle también lo mejor de mí.
Nunca espero nada bueno de las personas, así jamás podrán decepcionarme; sino que al contrario, me sorprenderán…
No soy un buen padre y no soy buen hijo; de mis dos hermanos soy el único que se ha mostrado tal cual es. Fumo, me he embriagado, he hecho y dicho las peores cosas y estupideces que se puedan imaginar… Pero siempre muestro quién soy en realidad, siempre muestro esa parte frívola, errática y apática de mí.
Siempre me desgarro diciendo las peores cosas de mí porque me siento solo y vacío; vacío de mis letras, estas letras que fluyen a través de mi sangre y me hacen caer en la más grande depresión por amor, por amor a las mujeres y odio hacia mí.
Como escritor, siempre digo lo que siento; mas rara la vez digo lo que pienso.
Tengo un vacío que no he sabido llenar y me preguntan si soy feliz… Yo respondo que no sé, que es esa palabra o ese sentimiento al cual llaman Felicidad, realmente no me importa; porque soy de las personas que prefiere vivir, sentir, soñar… La Felicidad ya lo dijo un conejo: »A veces sólo dura un segundo», pero si mantienes en tu mente y en tu corazón presente ese segundo de alegría; entonces la felicidad será perpetua.
«¿Escribes de amor y no crees en el amor?»; Creo en el acto de hacer el amor, de tocar a una persona con las yemas de mis dedos, con la textura de mis labios, con mi alma entregar más que mis sentidos, entregar cada instante de mi cuerpo… Creo en el amor hasta que se enciende la luz y los cuerpos se vuelven a vestir para no sentirnos desnudos.
Y ese instante, a veces largo y otras duradero; yo lo llamo amor. Creo que es cuando sí creo que existe el AMOR para mí. Aunque no necesariamente tengo que tener a alguien para hacerle el amor, también me lo hago a mí, cuando pienso en algo que me causa euforia, cuando nacen palabras que me erizan la piel, cuando suelo heroicamente escribir por pensar en algún momento excitante de mi vida.
Un día me enamoré de la mujer más hermosa del mundo; pero entendí que su amistad era más importante para mí que cualquiera de mis suspiros por ella. La amé más que a mí mismo, más que a mi sangre y más que a mi propia vida. Me ahogué en el alcohol, en el humo del cigarro y peor aun, en mis letras.
Hasta que corté mis venas con el papel en donde escribía las mejores historias de mi vida y sucumbió lentamente ese amor que durante tanto tiempo por ella yo sentí.
Por eso les digo que la vida de un poeta, es la vida más triste de todas las historias que se pueden contar.
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