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Historias

Publicado en noviembre 22nd, 2016 | by Eduardo Pinto

Noviembre ha llegado

Ya llegó… ¿cómo lo sé?, el siseo de la copa de los árboles, las corrientes de aire frescas en la mañana rara vez mezclándose con las frías de la noche, unidas son el anuncio del invierno que adorna con luces navideñas la mayoría de los puestos comerciales en los cuales aún quedan vestigios de las celebraciones del día de muertos; los suéteres salen del armario después de dormir largo rato entre el calor. Mañanas frescas y noches, aún más.

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La noche fría con luces navideñas mantiene en nosotros una sensación de melancolía placentera. Me desperté y tuve la sensación de estar solo, no en mi casa, en el mundo. Eran las 7:00 am, el cambio de horario era obvio, había claridad pero en su tono más tenue en lugar del color malva. Esa pigmentación en el cielo es un reloj natural que te dice que aún es madrugada; hoy no hay reloj, pero amaneció nublado. Miré al techo. No pasaba nada por mi mente excepto la sensación fría de los cobertores en los que aún me encontraba envuelto. Cerré los ojos esperando a que ese momento no terminara pero fue imposible, no puedo dejar pasar el tiempo con un buen tiempo como este. Pensé en café.

El silencio me seguía recordando lo triste que puede hacerme cuando te hace sentir el único ser humano en el planeta, lástima por él, a mí me da poder. Al levantarme, abrí mi laptop para poner algo de música, no sé, hoy me apetecía escuchar rock alternativo, algo simple pero de melodía compleja, algo acelerado pero bohemio, algo… algo… en fin, algo que le hiciera compañía al clima. Mientras cargaba el inicio de sesión me senté en el borde de la cama; encorvado, mis codos en mis rodillas. Entonces tuve otro momento de reflexión, es chistoso porque me reflejaba en la pantalla que aún no cargaba. Esa era la reflexión.

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Escuchaba “Lithium”. Esa melodía al inicio te daba un aire inspirador, como si todo tuviese solución y lo tiene, el problema es que no solemos identificar el verdadero problema, solamente sabemos que algo no está bien. En la canción después viene una descarga de emoción al “explotar” y comienza a tomarse de la mano con el clima. Justamente, en ese momento que la melodía tomaba un rumbo más motivador, ya hecha mi cama, me dirigí a la cocina. ¡Dios! Sentir el suelo frío junto con las pequeñas ventiscas al mismo tiempo que echaba un vistazo al patio trasero y veía el color de la luz del sol, grisáceo, era simplemente para mí el anuncio del invierno recargándome de energía.

Abrí la alacena para tomar una taza. Entre tantas a elegir, tomé una que hacía tiempo me había regalado una amiga. La cerámica, tenía estampado un efecto que parecía como si hubiesen aglutinado varios periódicos en la parte central y alrededor. El efecto desvanecía a los lados, dejando vestigios de algunas letras y títulos de primera plana al descubierto.

Hay objetos que cuidas demasiado bien porque sabes que representan alguna persona a la que aprecias (llenando la taza de agua) y pueden acompañarte en los momentos especiales en los cuáles no pueden estar presentes (me salpicó un puta gota caliente); no soy mucho de mostrar sentimientos, soy de guardar recuerdos y sonreír como estúpido en el transporte público o caminando si los recuerdo. La cuchara casi se desbordaba, he de admitirlo, soy un adicto a la cafeína en climas como estos.

¿Cuál es el sonido antes del orgasmo?… Huele demasiado bien el café mezclándose. Llevo la taza a mi boca.

¡Uff! Ese escalofrío que baja por la espina dorsal tras el primer sorbo. R. “Ti, tin, ti, tin, tin, tin, ti, tin”.

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Soy un tipo cualquiera con una gran pasión por escribir. Aveces escribo cosas que para la mayoría de personas no tiene sentido y me llevo la sorpresa de que para otras tiene todo el sentido del mundo. Mis escritos están abiertos a interpretaciones, espero les agrade...



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