Para el amor de mi vida, aunque quiera marcharse
Tendré el valor de confesarte algo, quizá es nuevo, quizá ya sabías o incluso imaginabas.
Detrás de todos mis ataques de independencia, de feminismo, de todas esas veces que te dije con apariencia inquebrantable que te superaría, que habías sido una etapa, que la vida debe seguir…
Detrás de todo ese ego, de ese orgullo, se encuentran estas ansias que me destrozan el corazón a mordidas, cada vez que te pienso.
Y es que a pesar de saber que no sientes con la misma intensidad lo que yo siento, tengo miedo.
Tengo miedo de ver partir a la persona que más amo, aunque pienses que soy demasiado joven, que mi corta edad no significa experiencia; pero no necesitas envejecer para entender que eso que crece ahí dentro te hace sentir vivo, diferente…especial, eso que ningún viejo amor provocó, y que sólo al conocerte nació.
Tengo miedo de que te conviertas en un recuerdo; no quiero anhelar el sabor de tus besos, tu voz, tú aroma, no quiero desear tu cuerpo junto al mío y saber que no podré disfrutarlo otra vez, no quiero sentirme derrotada, quiero esa explosión que retumba dentro de mí cada vez que me tocas, ese deleite de verte, de observarte a detalle en silencio, contemplar tus ojos, tú boca, la forma de tus hombros, tu espalda…
Muchos dicen que el esfuerzo es absurdo, que no debería seguir apostando cuando voy directo al fracaso, que es preferible llorar un rato a llorar toda la vida; pero sabes, ¡No quiero rendirme!; ¿quién renuncia al que llama amor de su vida?; ¿quién renuncia a las sonrisas, a las caricias, a la persona que te enseñó lo que es darlo todo, entregarse sin pensarlo ni esperando recibir algo a cambio, la persona con la que entendiste porque es que a veces se llora cuando haces el amor?