Superando tu recuerdo…
Hoy creí verte entre la gente, a lo lejos. El corazón me dio un vuelco y sentí como temblaban mis piernas. Se me fue la voz y me paralicé unos segundos. Pero no eras tú.
Fue muy extraña esa mezcla de desilusión y alivio que me invadió. Me hubiese gustado verte, pero no sé cómo hubiera reaccionado o si hubiera podido reaccionar siquiera.
Me quedó muy clara una cosa: aún te extraño, a pesar de todos mis intentos por sacarte de mí. Este corazón es muy necio y aún te sueña. Es muy duro cuando la mente dice una cosa y el corazón otra. Es la peor de las contradicciones, porque está dentro de uno y no hay manera de que haya paz con semejante conflicto.
¡Cuánto te extraña mi pobre corazón! Tanto que me obligo a no pensarte, para no llorar a cada instante. En las mañanas, cuando abro los ojos y soy consciente de que tú ya no estás, siento el vacío interminable que invade mi pecho y me deja por unos momentos sin aire. Y sin querer, lloro un poco. Me levanto entonces de la cama para poder huir de tu recuerdo, perdiéndome en la cotidianidad que traen consigo las horas.