Y me fui…
Y llego ese día de enfrentar el miedo a no tenerte. Había pasado semanas enteras intentando ponerle fin a una relación donde no era el plato principal de la mesa, era aquella chica que llegó a su vida a generarle placer al máximo, era la amante de un hombre que decía amar a su esposa. Soporté un año siendo la otra, pero con una ventaja, su familia vivía lejos así que yo podía disponer de lunes a viernes de alguien que vivía aquí para mí (una mentira más que me decía a mí misma). Fue extraño, había pasado una semana entera donde yo tenía el hombre ideal, al que conocí al principio, y creía que las discusiones anteriores se habían solucionado… pero llegó ese anhelado sábado. Confieso que me sentía ansiosa de que sí apareciera y para tranquilidad mía, llegó por mí a la hora acordada. Entré a su apartamento y sólo se me ocurrió darle un beso, ese beso supo a despedida (aún no entendía por qué), tuvimos sexo, hablamos de todo lo que se nos ocurría y entre esa conversación me confesó que en dos meses su esposa iba a coger un avión con él y su hija para volver a ser una familia de tiempo completo. En ese momento mi mente quedó en blanco pero mi cuerpo respondía con ansiedad, él intentó hacer que no me afectara pero eso no era posible, había llegado el día y aunque aún quedaba tiempo, era ahora o nunca: le dije impulsivamente «esto se termina ya» a lo cual no tuve respuesta. Me levanté de la cama a vestirme con un silencio incómodo, él hizo lo mismo, abrí la puerta y sin mirar atrás ni decir una palabra más, me fui. Él no me detuvo, ese día comprendí que nunca fui importante; me sentía liberada en ese momento, no pude evitar llorar porque siempre he sido muy cobarde y entre mis lágrimas sonreía, porque sabía que era una mujer segura y valiente para dejar de soportar el ser la amante. Ahora, aunque han pasado pocos días y confieso que he intentado acercarme a él, sé que fue la mejor decisión. La diferencia entre unos días y ahora puede ser mucha, de esta manera no le dejo nada al destino, sino que por primera vez en mis relaciones sentimentales soy la que decido lo que quiero.
Duele, pero esto pasará. Hace falta, pero luego sé que no importará. Ahora me pregunto ¿qué iré a sentir cuando vea a la familia completa… intentando ser feliz?Por: Paula Villegas
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